LA NUEVA ESPAÑA
JOSÉ ANTONIO SUÁREZ Hace unos días, entre culete y culete, en la sidrería La Esquina, Arturo, su propietario, me espetó de repente, desde el otro lado de la barra: «Tienes que escribir sobre lo que pasa de verdad en la hostelería». Repuesto del susto inicial, lo escuché atentamente durante varios minutos. Resumo lo que me comentó este hostelero de El Llano: se quejaba de que muchos de los que escriben en la prensa sobre el problema de la escasez de personal en la hostelería asturiana echan la culpa de ese mal a los empresarios del sector. Afirmaba que, en general, no es cierto eso de que los empleados trabajan muchas horas y ganan poco, que ahora muchas empresas están pagando a sus trabajadores salarios más altos que los que fija el convenio colectivo. Sostiene Arturo que muchos de los que dicen ser camareros o cocineros en una entrevista de trabajo, a «la hora de la verdad», demuestran poca profesionalidad, y que buena parte de ellos no tienen demasiadas ganas de trabajar.
Debo decir que similares «confesiones» de empresarios o directivos de empresas del sector hostelero asturiano las he oído un montón de veces durante los últimos años. Debo también decir que, en el mismo período de tiempo, he escuchado numerosos testimonios de «la otra parte»; es decir, de empleados o ex empleados de empresas de hostelería ubicadas en Asturias, que se quejaban de jornadas muy largas y sueldos muy cortos, de muy pocos días libres, de poca consideración por parte del empresario, etcétera.
Sea culpa de una parte, de la otra, de ambas, o de ninguna de las dos, lo rigurosamente cierto es que la hostelería asturiana tiene un grave problema llamado, «escasez de trabajadores cualificados» -léase cocineros y camareros, principalmente- ¿Se solucionará este problema en el futuro? Voy a expresar mi opinión al respecto basándome en lo que vengo observando desde hace algunos años:
Las empresas no van a tener grandes dificultades para hacerse con los servicios de buenos cocineros -siempre que las condiciones laborales y salariales sean buenas, por supuesto-, sencillamente porque va a haber un número de profesionales cualificados suficientes -o casi- para cubrir las ofertas de trabajo. La profesión de cocinero ha subido muchos puestos en «el ranking del prestigio social profesional». Hace veinte años ser cocinero era poco valorado socialmente. La entrada en tromba de las cámaras de televisión en las cocinas de los restaurantes ha convertido a los cocineros en «los galácticos de la hostelería». Hoy, ser cocinero «mola», y cada vez más jóvenes ven en esta profesión un prometedor futuro profesional. Los centros de enseñanza que ofrecen estudios de cocina tienen, en general, bastantes alumnos cursando esta especialidad.
Las empresas van a tener grandes dificultades para hacerse con los servicios de buenos camareros -aunque ofrezcan buenas condiciones laborales y salariales-, sencillamente porque va a haber un número de profesionales cualificados mucho más pequeño que el de ofertas de trabajo. La profesión de camarero está más o menos donde estaba hace veinte años en el «ranking de prestigio social profesional», o sea, muy abajo. Si a ello añadimos que está aún bastante extendida la absurda idea de que para ser camarero no hace falta tener ninguna preparación específica previa, y que son poquísimos los jóvenes que deciden estudiar para «hacer carrera» como profesionales del servicio (se puede empezar como camarero y llegar a ser barman o maître o sumiller) podremos deducir que, a plazo corto, el número de camareros cualificados, probablemente más que aumentar va a disminuir. Por el contrario, el cliente va a ser cada vez más exigente con el servicio; para quedar plenamente satisfecho va a demandar más que amabilidad; va a querer que le sirva una persona que sepa de vinos, de cafés, de licores, de aguardientes, de pescados, de carnes, de hortalizas y legumbres, de frutas, de quesos, de nutriciónÉ, que sea muy amable a la par que discreta, que sea detallista, que lo salude alegremente al entrar, que le dé las gracias al pagar, que le despida mostrando agradecimiento al marcharse, etcétera, o sea, «casi nada al aparatu». Dentro de dos o tres años no me extrañará nada si en un restaurante, además del tradicional, «camarero, por favor», oigo al dueño del establecimiento implorar desesperado, «camareros, ¡por favor!».
José Antonio Suárez es profesor del C. I. F. P. de Hostelería y Turismo. Gijón.
2 comentarios:
Hola amigos,
Por desgracia, el gremio tampoco esta muy bien por aquí abajo. Creo que esto es un mal endémico general.
Existen camareros con 25 años de experiencia, incluso con más años, que están cobrando un salario base en torno a los 800,00 euros, según convenio. Así llevan la tira de años por lo que hay un desfase económico bastante importante respecto de otros sectores. Han perdido poder adquisitivo.
Por otra parte, la gente joven no quiere sacrificar su juventud con jornadas de diez y doce horas, privándose de fiestas, fines de semana y vacaciones en verano. Si a esto le unimos salarios bajos sin cobrar horas extras, y con un día de descanso semanal, surge el descontento. Ahí tienes uno de los motivos de la falta de cantera. Prefieren estar empleados en otros sectores. Quieren lo que ellos denominan “un trabajo normal”.
Otra razón, es que existen algunos empresarios, no diré que todos, más pendientes de la caja que de la calidad del servicio que ofrecen en sus establecimientos. “Venga leche, para abrir una cerveza y poner un cubata vale cualquiera”. Son los que desmerecen esta profesión.
Siempre se ha dicho que el hábito no hace al monje. En cambio, si visten a alguien con una camisa blanca y una pajarita pasara por camarero.
En otros oficios la veterania se respeta, en hostelería todavía no.
Saludos
Bueno creo que el pensamiento es el comun a cualquier persona que como yo lleva 25 años en el sector, yo no me decidi a exponer este pensamiento por el que diran , pero es la triste realidad, hay pocos que tengan tanto amor propio al sector de la hosteleria , y que no sean propietarios, que quieran aguantar esas 10 horas , 1 dia de desacanso y por si fuera poco, el agravio comparativo con aquellos que por primera vez en su vida les ponen una camisa blanca un pantalon negro y una pajarita """ ya esta un camarero " detras hay mucho mas,en fin ya veremos que pasa , lo que esta muy claro es que ellos poco a poco , han terminado consiguiendo poner el cartel de no hay personal
Un abrazo desde Cangas de Onis
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