jueves, 23 de julio de 2009

Cangas de Onís, paraíso del urogallo


El dueño del zoo La Grandera, Ernesto Junco, logra sacar adelante seis pollos de los diez huevos que eclosionaron en mayo


Cangas de Onís, Bárbara MORÁN Viven como reyes. No les faltan cuidados y muchas personas siguen muy de cerca su evolución. Seis pollos de urogallo europeo criados en cautividad en el zoo La Grandera de Sotu Cangues, en Cangas de Onís, ya han sido sacados de la sala de incubación e introducidos en un recinto al aire libre de esta instalación, propiedad del naturalista Ernesto Junco. Los seis pollos son el resultado de un programa de cría en cautividad de esta especie, un proceso «complicadísimo», debido a la «complejidad y fragilidad» de esta ave, en peligro de extinción. Lo afirma Ernesto Junco, un experto en la materia, ya que lleva veinte años criando en cautividad urogallos europeos. «El urogallo es muy delicado y difícil de criar en cautividad. Hemos logrado sacar adelante seis pollos de los diez huevos que eclosionaron, pero soy realista y debo decir que aún pueden morir algunos de ellos, e incluso todos. Es una especie complicada y este proceso de adaptación al medio también lo es», apunta Junco mientras, con delicadeza, entra en el recinto en el que se encuentran los polluelos correteando y algo asustadizos, sobre todo las cuatro hembras ya que por naturaleza son más tímidas. Es la una del mediodía y toca aperitivo. Ayer, una ensalada de manzana y cebolla, elaborada especialmente para los «benjamines» urogallos de La Grandera. «Cuando se crían en cautividad, son mansos. Vienen, comen de tu mano. Éste es el mayor problema si luego se pretende reintroducir la especie en su hábitat; es decir, ponerla, en libertad», subraya a modo de consejo Junco. Los seis polluelos luchan estos días por adaptarse al medio. Corretean por el recinto, miran asustados a los visitantes del zoo y también a sus padres, ya que la jaula contigua es la que ocupa la pareja de urogallos que les han dado la oportunidad de vivir. «Es un proceso difícil, pero habrá que seguirlos y mimarlos para intentar que sobrevivan los seis pollos», apunta Junco, al tiempo que recuerda que el proceso se ha quedado con un éxito de más de un cincuenta por ciento ya que de diez pollos, hasta la fecha, sobrevivieron seis y perdimos cuatro», confiesa. Los seis pollos son el resultado de una operación complicada que comenzó el pasado mes de mayo. De una puesta inicial de 13 huevos, procedentes de la misma hembra, Junco consiguió lograr 10. Y de ellos fueron naciendo los polluelos. Así, en La Grandera, de aquellos diez «bebés» de urogallo hay en estos momentos seis pollos vivos. Aunque el criador evita cantar victoria: la experiencia le ha demostrado en estos años que con esta especie «nunca se sabe». «Son muy delicados, aunque la esperanza no la pierdo y sería una gran alegría sacar adelante a los seis; pero es difícil», confiesa Junco. Ajenos a toda la historia de su extinción, la importancia de su supervivencia y de lo que significa ser un urogallo, los polluelos parecen fuertes y sanos mientras juegan por el recinto y devoran el aperitivo.

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