sábado, 7 de marzo de 2009

ENTERRAMIENTO AZILIENSE DE LA CUEVA DE LOS AZULES. CANGAS DE ONIS, PARTE II

Una vez levantado el nivel 3 a se pudo observar la estructura exterior del enterramiento. Una mancha de tierra negra alargada hacia el interior de la cueva y que se inclinaba en esa misma dirección. En la parte próxima a la boca, la tierra que cubría el enterramiento aparecía delimitada por una fila de cantos y por el citado bloque de piedra hincado en el suelo profundamente, que fue aprovechado por los hombres que realizaron el enterramiento para que sirviera de cabecera. Entre los cantos que delimitaban esta cabecera se encontró uno que presentaba claras huellas, aunque ya muy desvaídas, de haber sido pintado en negro
La parte inferior de la tumba aparecía delimitada por tres lajas de piedra colocada, a la altura de las piernas, sobre el túmulo.
Sobre éste no se distinguía nada que pudiese parecer relacionado con algún rito funerario, salvo unos huesos de cérvido, pero teniendo en cuenta la ocupación posterior de la cueva —testificada por la capa a—, su colocación puede ser debida, con toda seguridad, más a la casualidad que a otra cosa. La fosa estaba abierta en la capa b del nivel 3. Como ya se dijo, las capas, después de una zona allanada que se abría hacia
el exterior, se inclinan hacia el interior de la cueva y hacia la pared W. de la misma. La fosa se comenzó a abrir en la zona en que los niveles comienzan a hundirse hacia el interior. Teniendo encuenta esta inclinación y el adelgazamiento progresivo de los niveles hacia el interior, deberíamos hablar más de un aplanamiento del terreno que de una fosa, ya que si en la cabecera tenía unos 40 cm. de profundidad, en los pies carecía de ella. Lo mismo podemos decir de la zona de la pared: mientras que en el sector este de la fosa quedaba cerrada por un muro de tierra, por el sector oeste sólo quedaba limitada por la pared misma de la cueva; quizás por ello se colocará una fila de pequeños bloques de piedra delimitando el cadáver por el lado izquierdo.
El cadáver depositado en el fondo de la fosa pertenecía a un individuo varón adulto. Colocado en posición decúbito dorsal tenía los brazos extendidos hacia abajo y colocada la mano derecha sobre la pelvis; la mano izquierda, en la misma posición, aparecía cerrada. El húmero izquierdo y la clavícula del mismo lado habían sido desplazados por la acción del arroyo ya mencionado
Los huesos de la pelvis estaban separados el lado derecho del izquierdo debido a la presión de la tierra. Una madriguera pasó entre ellos destruyendo en parte los huesos de la mano derecha.
La cabeza del fémur derecho también apareció desplazada hacia arriba.
Del cráneo apareció solamente un parietal, desplazado hacia los pies de la fosa; fue encontrado junto a las lajas de piedra que cubrían el túmulo por el lado izquierdo. La zona en que debía estar situada la cabeza fue muy afectada por diversos agentes: el
arroyo, raíces y madrigueras. Sólo se pudo encontrar en su lugar la parte derecha de la mandíbula, muy robusta. Sobre ella estaba colocado un fragmento de un canto blanco, agrietado, con huellas de colorante rojo en las grietas, y algunos caparazones de Helix.
La mandíbula estaba vuelta hacia la pared y parecía reclinada sobre el hombro izquierdo, como si la cabeza hubiera sido colocada en esa posición. La colocación de la mandíbula parecía normal y no presentaba señales de haber sido desplazada, si se tiene en cuenta que estaba próxima a las vértebras cervicales y a la clavícula.
La conservación de algunas partes del esqueleto era relativamente buena, es especial la de los huesos menos esponjosos —como tibias, fémures, cubito y radio y húmeros, así como la de la mandíbula. Pero hay que tener en cuenta que la humedad del suelo los había afectado profundamente. También los huesos pequeños, como los metacarpianos y tarsos, se encontraban relativamente bien conservados. Las vértebras y las costillas estaban destruidas en casi su totalidad. Algunos otros huesos, como el peroné o los de la pelvis, aparecían muy fragmentados debido a distintas causas: la naturaleza muy esponjosa de algunos de estos huesos y a la presión de la tierra, piedras, etc.
Un hecho curioso es que no hayan aparecido dientes ni molares del maxilar o de la parte izquierda de la mandíbula, ya que los conservados en el fragmento hallado estaban en perfecto estado.
Una vez excavado en su totalidad fué extraído cubriendo los huesos con una capa de parafina. Posteriormente fué enviado a Madrid para su restauración y conservación ya que el cambio de ambiente hacia temer su destrucción. La operación sólo pudo ser realizada gracias a la generosidad de D. Baldomero Menéndez Sierra, que corrió con todos los gastos ocasionados por estos trabajos. Actualmente los restos están siendo estudiados por la Dra.María Dolores Garralda, del Departamento de Antropología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Complutense.
Un problema distinto, y que se planteó inmediatamente, fueel del criterio a seguir para realizar la distinción entre los objetos que podían haber sido colocados intencionalmente en la tumba durante los ritos de inhumación y aquellos que estaban allí por azar. Si tenemos en cuenta que el enterramiento fue realizado en un lugar próximo a la zona donde habitualmente residió el grupo (posiblemente no llegaría a dos metros la distancia entre los dos lugares) y que la abundancia de restos encontrados en todo el yacimiento es enorme, los criterios utilizados debían ser rígidos para no aceptar como elementos de un rito funeral aquello que, necesariamente, fue arrojado con la tierra que cubrió el cadáver.
Por ello se siguió el criterio que pareció más lógico: observar los posibles agrupamientos o todo aquéllo que, por ser insólito, pudiera tener alguna significación especial, o lo que por su localization en contacto con el cadáver unido a alguna característica especial que le confiriese un posible significado. Con todo somos conscientes de los fallos que este método puede encerrar, pues no todo lo que pueda parecemos insólito a nosotros lo tiene que ser necesariamente. Por ello se hacía necesario observar el enterramiento como una unidad aislada sino incluida dentro del conjunto general del yacimiento y, por lo tanto, aprovechar la experiencia recogida en otros sectores de la cueva tanto en lo que se refiere a los objetos hallados como a su disposición.

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