Los familiares y amigos del periodista asturiano esparcen sus cenizas en el río desde el puente de Cangas de Onís .
Cangas de Onís,
Luján PALACIOS
Pepe Comas (Cangas de Onís, 1944; Berlín, 2007) ya descansa donde él quería: en las aguas del río Sella, en el paraje que le vio nacer y en el que desde ayer permanecerá para siempre.
El periodista asturiano, fallecido en Alemania el pasado 22 de marzo, tras una dura lucha contra un linfoma no Hodgkin, volvió ayer a sus raíces. Su viuda, Ana Lorite, y sus dos hijos, Andrea Libertad y José, cumplieron por la mañana la última voluntad de Comas: que sus cenizas fueran esparcidas en el río Sella, desde el puente de Cangas de Onís y a los sones del «Asturias, Patria Querida».
Todo se cumplió según lo dispuesto, y según los deseos expresados por el propio Pepe Comas en los episodios finales de su enfermedad. Tal como recordaban algunos de sus muchos compañeros y amigos, el periodista asturiano había dejado escrito en las cartas que enviaba desde el lecho donde estaba postrado por su enfermedad que le gustaría reposar en el Sella, en el cauce que discurre al pie del pueblo que lo vio nacer, Vega de los Caseros.
El acto en el que se esparcieron sus restos convertidos en polvo fue sencillo y emotivo. Estuvo una veintena de amigos, compañeros y familiares, entre los que se encontraban sus hermanos, Fernando y Reyes, y sus sobrinos. Ana Lorite fue la encargada de vaciar la urna con las cenizas desde lo alto del puente «romano», antes de que un gaitero entonase el himno regional. El encargado de poner la música y la emoción a flor de piel fue Ángel Lueje, hijo de los campesinos que servían la leche al hogar de infancia de Pepe Comas.
Fue sólo un detalle que dejó entrever el gran apego que el periodista tenía a su tierra, a pesar de llevar tantos años fuera de Asturias para ejercer su profesión durante 35 años, la mayor parte de ellos vinculado al diario «El País».
José Comas fue corresponsal en Alemania en tres etapas diferentes. También ocupó la corresponsalía de México y América Central, antes de hacerse cargo de la delegación de Argentina y América del Sur, con sede en Buenos Aires. Fue un testigo de excepción de algunos de los acontecimientos trascendentales de su época, como el conflicto de los Balcanes y los bombardeos de la OTAN en Belgrado.
Siempre ejerció como periodista, incluso durante su enfermedad, detectada hace tres años. Pepe Comas seguía escribiendo regularmente desde Berlín, con una serie de epístolas dirigidas a sus amigos, que él denominaba el «cuerpo místico». Todos los que están de luto desde su desaparición y que ayer lo despidieron desde el puente de Cangas de Onís.
Cangas de Onís,
Luján PALACIOS
Pepe Comas (Cangas de Onís, 1944; Berlín, 2007) ya descansa donde él quería: en las aguas del río Sella, en el paraje que le vio nacer y en el que desde ayer permanecerá para siempre.
El periodista asturiano, fallecido en Alemania el pasado 22 de marzo, tras una dura lucha contra un linfoma no Hodgkin, volvió ayer a sus raíces. Su viuda, Ana Lorite, y sus dos hijos, Andrea Libertad y José, cumplieron por la mañana la última voluntad de Comas: que sus cenizas fueran esparcidas en el río Sella, desde el puente de Cangas de Onís y a los sones del «Asturias, Patria Querida».
Todo se cumplió según lo dispuesto, y según los deseos expresados por el propio Pepe Comas en los episodios finales de su enfermedad. Tal como recordaban algunos de sus muchos compañeros y amigos, el periodista asturiano había dejado escrito en las cartas que enviaba desde el lecho donde estaba postrado por su enfermedad que le gustaría reposar en el Sella, en el cauce que discurre al pie del pueblo que lo vio nacer, Vega de los Caseros.
El acto en el que se esparcieron sus restos convertidos en polvo fue sencillo y emotivo. Estuvo una veintena de amigos, compañeros y familiares, entre los que se encontraban sus hermanos, Fernando y Reyes, y sus sobrinos. Ana Lorite fue la encargada de vaciar la urna con las cenizas desde lo alto del puente «romano», antes de que un gaitero entonase el himno regional. El encargado de poner la música y la emoción a flor de piel fue Ángel Lueje, hijo de los campesinos que servían la leche al hogar de infancia de Pepe Comas.
Fue sólo un detalle que dejó entrever el gran apego que el periodista tenía a su tierra, a pesar de llevar tantos años fuera de Asturias para ejercer su profesión durante 35 años, la mayor parte de ellos vinculado al diario «El País».
José Comas fue corresponsal en Alemania en tres etapas diferentes. También ocupó la corresponsalía de México y América Central, antes de hacerse cargo de la delegación de Argentina y América del Sur, con sede en Buenos Aires. Fue un testigo de excepción de algunos de los acontecimientos trascendentales de su época, como el conflicto de los Balcanes y los bombardeos de la OTAN en Belgrado.
Siempre ejerció como periodista, incluso durante su enfermedad, detectada hace tres años. Pepe Comas seguía escribiendo regularmente desde Berlín, con una serie de epístolas dirigidas a sus amigos, que él denominaba el «cuerpo místico». Todos los que están de luto desde su desaparición y que ayer lo despidieron desde el puente de Cangas de Onís.
1 comentario:
Descubro hoy este Blog
Muchas gracias por este "post"
Es duro el trabajo de "bloguero" verdad.?
Saludos solidarios
fernando comas
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