miércoles, 10 de febrero de 2010

José Dosal González

Elías José Con y Tres
 Días pasados falleció Dosal; hacía tiempo que enfermedad de curso lento minaba su existencia.
Sensibles desgracias de familia que le afectaron profundamente socavaron aquel organismo atlético y robusto que parecía fortaleza inexpugnable. Casi puede asegurarse que aceleró su fin la prematura muerte de su hijo único, joven de excelentes prendas morales. Dosal ha muerto a los cincuenta y ocho años de edad; había nacido en Covadonga el 29 de enero de 1855. Era de inteligencia despejada aunque por falta de instrucción fuera escasa su cultura general; tenía, sin embargo, trato de mundo adquirido en el batallar de la vida y certero golpe de vista para hacerse cargo de las situaciones en que las circunstancias le colocaban,salvando las difíciles, circunspecta y discretamente. Parecía flexible de carácter con los poderosos y acomodaticio a sus exigencias; apreciaba al hombre por la adhesión que le demostraba y así era condescendiente en sumo grado con los amigos y altivo con los enemigos; manifestaba vivir engreído de su poder, mientras le ejerció, olvidando que, pequeño planeta, tan solo reflejaba la luz de esplendoroso astro.
 Conocida es la hegemonía de Dosal en el municipio de Cangas de Onís por espacio de una veintena de años, de 1885 a 1905. Fue tan absoluta que por aquella época aseguraban nuestros aldeanos que no se movía en el concejo la hoja de un árbol sin el asentimiento de Dosal y en esta persuasión a él acudían para que les librase al hijo del servicio militar; les facilitase los documentos que no siempre solicitaban ajustados a la legalidad, para efectuar el embarque del adolescente deudo; influyese a su favor en los pleitos que entablaran, tuviesen o no la razón de su parte; les evitase la estancia en la cárcel si cometían algún delito; les autorizase para aumentar el espacio de una finca corriendo los mojones a expensas del terreno comunal y les consintiese cuantas transgresiones cometieran de las ordenanzas municipales. Servicios éstos no pagados
con favores personales y reconocimientos de gratitud, sino otorgados, cuando concederse podían, a cambio de una sumisión servil, traducida por la entrega del voto en todas las elecciones a favor de los candidatos que Dosal patrocinaba y el aplauso a su gestión política administrativa. Y cito los anteriores asertos porque constituyen hechos de pública notoriedad.
 Careciendo Dosal de otra instrucción que la rudimentaria adquirida en nuestras rurales escuelas o la que a sí mismo se proporcionó, llega a supeditar a hombres del concejo de indiscutible mérito por su ilustración y cultura; no es dueño de extensas propiedades agrícolas y le rendían pleito homenaje los grandes terratenientes de la comarca; jamás poseyó cuantiosos bienes de fortuna y gozaba de la adhesión de los plutócratas regionales. Verdad es que tras la figura de Dosal alzábase majestuosa la del canónigo D.Máximo de la Vega, hombre de grandes energías y de reconocido talento y todo el prestigio del primero, consecuencia era de la voluntad del segundo. Sus relaciones con los primates del partido conservador asturiano, su encumbramiento político, los cargos públicos que desempeñó reconocían por causa en los primeros años de la vida pública de Dosal, la inmensa influencia del canónigo en las esferas gubernamentales. Dosal secundaba admirablemente las iniciativas de su protector; fue un verdaderocanciller de aquel soberano de Covadonga.
 Y por su ductilidad probada y su natural despejo y sus condiciones de aptitud para el desarrollo de una política conveniente al sostenimiento de la preeminencia pidalina en nuestra aldeas, el antiguo acólito de la Basílica, el capataz de los obreros que trabajaban en las obras de la catedral, el expendedor de medallas,estampas y escapularios, el comerciante en pequeña escala llegó dentro del microcosmos concejil a ser un semiautócrata de ilimitados poderes. Hasta tuvo la cualidad, bastante generalizada entre los que ejercen algún dominio sobre los habitantes de estos valles, de ser mayordomo de un magnate. Cuatro veces desempeñó Dosal de Real Orden la alcaldía de nuestro concejo, siendo nombrado en los años 1890, 1891,1894 y 1895; fue secretario del Ayuntamiento de 1895 a 1897, quizá porque así le conviniera; fiscal del Juzgado municipal en 1903; y por último, primer teniente de alcalde, por elección, en 1904. Perteneció siempre al partido conservador, salvo algunos escarceos liberales de última hora. Por razones que reservo,
me permito dudar de que tuviese arraigadas convicciones políticas a pesar de haber desempeñado el cargo de presidente del comité conservador de Cangas de Onís y de haberle reconocido por jefe, los conservadores del concejo. Cierto que esta modalidad de arraigadas convicciones políticas parece enfermedad endémica, en nuestra comarca que sufren gran número de los individuos significados en los partidos gobernantes.
 No fueron los enemigos políticos de Dosal los que ocasionaron su caída, fueron sus mismos
correligionarios los que mermaron su poder hasta quitarle del pedestal. Insanas pasiones políticas, arrebatándole, poco a poco, en las altas esferas del partido las simpatías de que gozaba se apoderaron del manantial que fallecido el canónigo, le proporcionaba la influencia. Le hicieron descender de la alcaldía otorgándole puestos inferiores, para que su desmoronamiento político no fuera tan rápido. Se le quiso dorar la píldora en 1905 proclamándole candidato para diputado provincial, proclamación que muy acertadamente rehusó. Los próceres de la conservaduría provincial trataron de endulzar su caída,solicitando y obteniendo para Dosal la Encomienda de Isabel la Católica; como los antiguos pueblos paganos, adornaron la víctima para conducirla al sacrificio.
 Es innegable que Dosal ha sido uno de los hombres que en estos últimos tiempos más directamente han impreso el sello de su personalidad en el concejo de Cangas de Onís. Hubo durante algunos años, obcecación para defenderle y tenacidad para combatirle. Servicial, en alto grado, con sus amigos, les protegía hasta la injusticia; constituyeron estos amigos numerosa legión, dispuesta a seguirle incondicionalmente, aplaudiendo con entusiasmo todos sus actos y llegando hasta la abdicación de la propia dignidad en la obediencia, mientras la generosidad de Dosal pudiera complacerles en sus peticiones, muchas veces, caprichosas. Pero ¡ah! renegad de la amistad que solo tenga por lazo de unión la dádiva recibida, el agasajo aceptado, el favor obtenido; el día en que no podáis hacer mercedes, tornarase la amistad en glacial indiferencia o altanero desdén. Así, Dosal caído, sin poder otorgar beneficio alguno ni conceder con su trato migajas de valimiento, ha podido apurar en los tristes días de su última enfermedad la copa de la amarga ingratitud que le proporcionaron muchos que antaño solicitaban su afecto, no acudiendo a la modesta mansión del enfermo a llevar con su presencia ráfagas de consuelo al paciente. Ha muerto olvidado de gran número de aquellos aldeanos que en los triunfales días del apogeo mendigaban su trato y buscaban su apoyo para sostener la influencia sobre los convecinos. Ha muerto en una especie de ostracismo, llorado de los deudos y sentido de los leales adictos y con la consideración y el respeto de unos cuantos hombres bondadosos, contrarios suyos en las lides políticas pero compañeros con la desgracia.
 Claro está, que Dosal tuvo también numerosa falange de enemigos. De éstos, fueron los más,
adversarios políticos cuyas peticiones justas no se atendían y cuyos derechos solían ser atropellados.
Tampoco le faltaron enemigos personales y hubieron de ser los agraviados, los oprimidos, los que sufrieron vejámenes, porque las gracias dispensadas a unos, originaban a otros perjuicios en los intereses u ofensas a las personas. En no pocas ocasiones las exigencias de los influyentes quizás obligasen a Dosal, contra sus sentimientos, a cometer arbitrariedades que pesaban sobre los humildes y sufrían los desheredados. Del mismo modo que el respeto a la muerte detiene aquí la pluma, es de suponer que las almas buenas correrán sobre aquellas arbitrariedades el generoso manto del olvido. ¡Paz a los muertos!


LEÓN DE ENOL (seudónimo de Elías José Con y Tres), “Hijos del Concejo (Semblanzas). José DosalGonzález”, en El Aldeano, Corao, 15 de mayo de 1913, año II, núm. 30, pp. 1-2.

http://www.abamia.net/Dosal%20por%20Leon%20de%20Enol.pdf

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