Celso Diego Somoano
Corao se conoce, sin duda, en toda Asturias, por su historia, su riqueza monumental y susilustres hombres, Roberto Frassinelli, Antonio Miyar, Basilio Sobrecueva, Armida Miyar, Eduardo Llanos y tantos otros, o por sus fiestas, Nuestra Señora de Abamia, pero, sobre todo, por sus ferias. Desde tiempos inmemoriales Corao y su zona, como centro, de valles y de caminos, atrajo asus tierras viajeros, trajineros, peregrinos, vendedores y compradores. No podemos saber, con certeza, cuando se convierte en sede de mercados y ferias, pero si conocemos algo de tiempos más cercanos a nosotros, en los que ya vemos constituidas estas formas de vida que parecen nacer, cerca de los lugares de fiestas o por concesión real o eclesiástica allá por la Edad Media. Dos son las ferias que tradicionalmente se siguen celebrando: la primera el tres de marzo, yque se conoce, aún, como de Santu Medero, y la otra el 26 de mayo, que se conoció con el nombre de feria de San Felipe Neri.
Sabemos que la feria de marzo se celebraba en torno a la ermita de Santu Medero (San Emeterio, cuya festividad es el 3 de marzo). Allí tuvo lugar la feria, durante muchos años, hasta que autoritariamente, según el documento que citamos, se traslada al lugar de Corao, no con el beneplácito del vecindario de Isongo, lugar donde se encuentra la capilla. Ocurría esto en el año 1814. Los vecinos de Isongo, Josef Sierra y Pedro del Dago, ante el escribano Diego Fernández de Reconco exponen con fecha 21 de febrero de ese año, "que desde tiempo inmemorial se halla en el distrito de su vecindad la capilla o santuario del Glorioso San Emeterio, a la que no sólo por devoción del santo, puede decirse, con mucha frecuencia, diversas personas devotas le ofrecen y dan algunos sacrificios en limosnas y el día tres de marzo de todos los años, siempre se celebró romería, que por tan numeroso gentío que concurre a ella, también hace tiempo inmemorial concurren a ella varios mercaderes y trajineros para el beneficio o venta de sus géneros de manera que por lo mismo se originó la voz de titularla la feria de Santo Medero..." Dichos vecinos, después de señalar que actúan en nombre de sus vecinos, dan poder a D. Manuel de Labra, para que representándoles acuda ante el Sr. Jefe Político de la Provincia y demás Jueces y Tribunales hasta conseguir Real Despacho "para que la romería o feria del expresado San Emeterio se celebre en el sitio acostumbrado de la circunferencia de la capilla, sin removerla en manera alguna". Así lo firmaron y otorgaron ante el citado escribano... pero no lo lograron, pues desde entonces la feria se celebró y celebra en Corao.
De dicha feria, y de tiempos anteriores a su traslado a Corao, es esta noticia: en el año 1794, el día 5 de marzo, se enterró en la parroquia de Abamia, Joseph Gutiérrez, fallecido de carbunco en Corao el día anterior, vecino de Santibáñez de Esla, de la jurisdicción de la villa de Herrera del Río Pisuerga, obispado de Palencia, y falleció en dicha parroquia "por haber venido a la feria de San Emeterio con paño, con otros muchos, la cual feria fue el día 3 de dicho mes, en que se vio públicamente a tal hombre con la monstruosidad del carbunco". Don Pascual Madoz, en su obra Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España,publicado en 1847, en la notas sobre Corao, dice: "Se celebran en este pueblo dos ferias, la una el 26 de mayo y la otra el 26 de septiembre; consisten las especulaciones en ganados, paños, telas bastas, calzado de madera (madreñas), utensilios de labranza, y otros frutos y manufacturas del país". De las ferias de mayo del año 1891 escribe un tal Melquíades lo que sigue: "El martes muyde mañana salí a la calle donde me vi solicitado por cien distintos coches, que se hacían ruda competencia en cuanto al precio, comodidades y velocidad en el transporte para llevarme hasta Corao. Consultada la bolsa, subí a uno cuyo auriga prometía llevarme de balde y además un trago de sidra en el parador de La Venta. Aunque sin ver confirmado el anuncio del convite y previo pago de una peseta, a la llegada del viaje, halleme en Corao, en diez minutos, en medio de la feria. Gracias a Dios, el vicio de jugar no ha tomado posesión quieta ni vel quasi, en mis ocupaciones favoritas. Así es que pude con facilidad librarme de una plaga de rueda-fortuneros, que como chinches en verano, asaltaban a todo transeúnte: ¡A perra chica la tirada! ¡Seis tiradas un real! gritaban con destemplada voz aquel enjambre de vividores que ocupaban las avenidas de la feria. Más allá ofrecíase en tentadora rifa, a todo el que llevaba un real de más (calculo que pocos había en condiciones), excelentes cuadros, representando unos la Degollación de S. Tirso Apóstol (textual), otros a Santiago en la batalla de la Clavícula (ídem), y así por el estilo anunciaban en castellano híbrido multitud de estampas y estampos, para tentación de los gangueros. Más hacia allá empezaba la feria formal y de verdad. Aquel extenso campo, librado por frondosos árboles del ardiente sol de mayo, estaba materialmente cubierto de ganado vacuno, que con febril actividad solicitaban compradores de Álava, Vizcaya y Santander. Las transacciones fueron muchísimas y el precio verdaderamente desusado en la comarca. Bástanos decir que hubo novilla de treinta meses que se vendió en ¡setenta y cinco duros!, por supuesto de raza del país, sin mezcla ni cruce alguno de razas extranjeras. Los bueyes también obtuvieron precios elevadísimos, y dicho sea en honor de la verdad se presentaron muchísimas parejas de excelente aspecto y muy bien criados, cosa que echábamos de menos en las ferias de años anteriores, donde solo apreciábamos parejas de güecinos insuficientes para las labores del campo, y pésimamente criados..." El Mercado semanal de ganados concedido a la parroquia de Abamia por el Supremo Consejoen el año 1802, fue trasladado, por acuerdo de los representantes de los pueblos de la misma, a la villa de Cangas de Onís.
De dicha feria, y de tiempos anteriores a su traslado a Corao, es esta noticia: en el año 1794, el día 5 de marzo, se enterró en la parroquia de Abamia, Joseph Gutiérrez, fallecido de carbunco en Corao el día anterior, vecino de Santibáñez de Esla, de la jurisdicción de la villa de Herrera del Río Pisuerga, obispado de Palencia, y falleció en dicha parroquia "por haber venido a la feria de San Emeterio con paño, con otros muchos, la cual feria fue el día 3 de dicho mes, en que se vio públicamente a tal hombre con la monstruosidad del carbunco". Don Pascual Madoz, en su obra Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España,publicado en 1847, en la notas sobre Corao, dice: "Se celebran en este pueblo dos ferias, la una el 26 de mayo y la otra el 26 de septiembre; consisten las especulaciones en ganados, paños, telas bastas, calzado de madera (madreñas), utensilios de labranza, y otros frutos y manufacturas del país". De las ferias de mayo del año 1891 escribe un tal Melquíades lo que sigue: "El martes muyde mañana salí a la calle donde me vi solicitado por cien distintos coches, que se hacían ruda competencia en cuanto al precio, comodidades y velocidad en el transporte para llevarme hasta Corao. Consultada la bolsa, subí a uno cuyo auriga prometía llevarme de balde y además un trago de sidra en el parador de La Venta. Aunque sin ver confirmado el anuncio del convite y previo pago de una peseta, a la llegada del viaje, halleme en Corao, en diez minutos, en medio de la feria. Gracias a Dios, el vicio de jugar no ha tomado posesión quieta ni vel quasi, en mis ocupaciones favoritas. Así es que pude con facilidad librarme de una plaga de rueda-fortuneros, que como chinches en verano, asaltaban a todo transeúnte: ¡A perra chica la tirada! ¡Seis tiradas un real! gritaban con destemplada voz aquel enjambre de vividores que ocupaban las avenidas de la feria. Más allá ofrecíase en tentadora rifa, a todo el que llevaba un real de más (calculo que pocos había en condiciones), excelentes cuadros, representando unos la Degollación de S. Tirso Apóstol (textual), otros a Santiago en la batalla de la Clavícula (ídem), y así por el estilo anunciaban en castellano híbrido multitud de estampas y estampos, para tentación de los gangueros. Más hacia allá empezaba la feria formal y de verdad. Aquel extenso campo, librado por frondosos árboles del ardiente sol de mayo, estaba materialmente cubierto de ganado vacuno, que con febril actividad solicitaban compradores de Álava, Vizcaya y Santander. Las transacciones fueron muchísimas y el precio verdaderamente desusado en la comarca. Bástanos decir que hubo novilla de treinta meses que se vendió en ¡setenta y cinco duros!, por supuesto de raza del país, sin mezcla ni cruce alguno de razas extranjeras. Los bueyes también obtuvieron precios elevadísimos, y dicho sea en honor de la verdad se presentaron muchísimas parejas de excelente aspecto y muy bien criados, cosa que echábamos de menos en las ferias de años anteriores, donde solo apreciábamos parejas de güecinos insuficientes para las labores del campo, y pésimamente criados..." El Mercado semanal de ganados concedido a la parroquia de Abamia por el Supremo Consejoen el año 1802, fue trasladado, por acuerdo de los representantes de los pueblos de la misma, a la villa de Cangas de Onís.
www.abamia.net/ferias%20y%20mercados.pdf
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