lunes, 29 de septiembre de 2008

REGIMIENTO DE CANGAS DE ONIS – INFANTERÍA LIGERA

Informacion procedente de http://www.arhca.es/v1/RI_CANGAS%20DE%20ONIS.htm

REGIMIENTO DE CANGAS DE ONIS – INFANTERÍA LIGERA
(1808-1810)

ORÍGENES Y ORGANIZACIÓN

Creado y aprobado en la ciudad de Oviedo el 8 de julio de 1808 con el nombre de Regimiento de Infantería de Cangas de Onís, bajo el pie de un único batallón de a 10 compañías y una fuerza teórica de 1.000 hombres. Fue su primer Coronel D. Salvador Escandón y Antayo, Teniente de Fragata, quien, desde el mes anterior, venía desempeñando el cargo de Sargento Mayor en el Regimiento de Llanes

Para la formación del Regimiento de Cangas de Onís se dispuso de la masa de voluntarios que constituían las fuerzas que, al mando del Sargento Mayor, graduado de Coronel, del Regimiento de Llanes, D. Salvador Escandón y Antayo se hallaban repartidas por los puertos de montaña próximos a Cangas de Onís, cuyo cuartel general se había establecido en El Ornín, punto próximo a la que fuera la primera capital del Reino de Asturias: Cangas de Onís.

La orgánica del Regimiento de Cangas de Onís, según dictamen presentado en la Junta Suprema de Asturias el 2 de junio para la formación de los 20 regimientos, debería inspirarse en el antiguo esquema organizativo del Regimiento Provincial de Oviedo. Por lo tanto, dicha orgánica, según este viejo modelo, quedó establecida en:


B A T A L L Ó N

P L A N A M A Y O R

- Coronel
- Sargento Mayor
- 2 Ayudantes
- Abanderado (no se contempla)
- 1 Capellán
- 1 Cirujano
- 1 Tambor Mayor
- 1 Maestro Armero

C O M P A Ñ Í A S

10 compañías, de las cuales una era de
Granaderos. Cada Compañía consta de:
- 1 Capitán
- 1 Teniente
- 1 Subteniente
- 1 ó 2 sargentos 1ºs.
- 2 sargentos 2ºs.
- 4 cabos 1ºs.
- 4 cabos 2ºs.
- 50 soldados (aprox.)


VICISITUDES, CAMPAÑAS Y ACCIONES DE GUERRA

1808


Pocos días después de ser creado, según el estado de fuerza firmado en Cangas de Onís el 27 de julio de 1808, con el V.º B.º del Coronel Escandón, el Regimiento de Cangas de Onís, aún en proceso de formación, presenta un total de 525 efectivos, ya que los 300 hombres restantes se distribuyeron entre otros cuerpos.

Una vez organizado, el Batallón de Cangas de Onís, junto con el Ribadesella, es integrado en la nueva División expedicionaria organizada por Ballesteros –ahora flamante Mariscal de Campo– con el objeto de posicionarse frente a las fuerzas enemigas del General Bessieres que se encontraban en el puerto de El Escudo. El 1º de octubre de 1808 el Batallón se encuentra en Llanes y el día 26 del mismo mes se halla sobre Reinosa y, posteriormente, la división se retira a Asturias, acantonándose en el Puerto de Pajares.



En el estado general de los cuerpos asturianos, remitido a la Inspección del Ejército por el Capitán General de la provincia, datado en Oviedo el 14 de diciembre de 1808, el Regimiento de Cangas de Onís –que continúa arreglado bajo el pie de un sólo batallón– presenta una plantilla regimental formada por 2 jefes, 20 oficiales y 518 individuos de tropa. El armamento se hallaba al completo; carecía de vestuario y su estado de instrucción se consideraba mediano.



1809

El 13 de abril de 1809 el Regimiento de Cangas de Onís seguía desplegado en la línea Pajares, ahora mandada por el Brigadier Quijano, y el día 20 de este mismo mes llega a la ciudad de Cangas de Onís[1], capital del concejo que ha dado nombre a la Unidad.

Según el estado que manifiesta la fuerza total del Regimiento de Infantería de Cangas de Onís, circunstanciado en Cangas de Onís el 21 de abril de 1809 por el Sargento Mayor D. José Quiñones, con el V.º B.º del Coronel Escandón, el único Batallón de que constaba el expresado Regimiento de Cangas de Onís presentaba la siguiente orgánica:

P L A N A M A Y O R

Coronel ………………………………. D. Salvador Escandón y Antayo

Sargento Mayor, el Teniente Coronel .. D. José Quiñones

Ayudante Mayor, el Capitán graduado D. Pablo Roda

2º Ayudante …………………………. D. Antonio Orvíz Buelga

Abanderado ………………………… D. D. Domingo Antonio de Lastra

Capellán …………………………….. D. Juan Fernández Vara

Armero ……………………………… D. José Mijares

Tambor Mayor ………………… …… D. Manuel González


El 19 de mayo el General Ballesteros es informado de la incursión de Kellerman a través de Pajares y que Oviedo se hallaba en peligro inminente de ser ocupada por fuerzas del Mariscal Ney, recibe el encargo del marqués de La Romana para que abandone la línea de Colombres y “reúna cuantas fuerzas pueda, y que obre según le parezca” para que, a marchas forzadas, de dirija a Oviedo. A tal efecto, el día 21 de mayo el General Ballesteros dispone que el Regimiento de Cangas de Onís, junto con los demás cuerpos de su mando, se reagrupe en la capital del concejo de Piloña. Este mismo día Ballesteros se presenta en Infiesto con el objeto de reorganizar sus fuerzas y, en virtud de la orden anterior, acudir presto a la defensa de la capital del Principado.


Una vez concentradas las fuerzas en Infiesto, el General Ballesteros intenta organizar lo mejor posible los cuerpos que deberán operar bajo su mando, entre los que, naturalmente, se encuentra el Regimiento de Cangas de Onís, evacuado de Pajares el mes anterior.

Enterado el enemigo de los planes del General Ballesteros, fuerzas combinadas de los generales Kellerman y Bonet, en su empeño de asestar un golpe resolutivo a los cuerpos asturianos e impedir su reagrupamiento, se ponen en movimiento para caer sobre Infiesto, pero advertido Ballesteros que el Mariscal Ney ya había entrado en Oviedo y que fuerzas enemigas importantes se le echaban encima, decide mover sus unidades y en una resuelta maniobra de distracción se repliega sobre Cangas de Onís y las posiciona justo en la retaguardia enemiga.



El 24 de mayo se combate sobre los Escobios de Margolles, en las inmediaciones del pueblo de Llueves. Ballesteros despliega allí cuatro batallones y otro de reserva en San Juan de Parres, de los cuales entran en acción los regimientos de Ribadesella y Villaviciosa, cuyos cuerpos se baten con valor, produciendo al enemigo considerables bajas. Tanto por el desarrollo favorable de la acción táctica como por la retirada sostenida por el intrépido Regimiento de Cangas de Onís, facilita la salida de toda la División de Ballesteros con dirección a Covadonga, y salva todas las tropas e impedimenta.



El día 25 de mayo el Regimiento de Cangas de Onís, junto con los demás cuerpos de la división, sale de Covadonga, en cuyo Santuario oculta la artillería –que más tarde será rescatada por el Capitán de la 1ª compañía del Regimiento de Cangas de Onís, D. Felipe Noriega con grande exposición de su vida– y, a través del puerto de Ventaniella, emprende una arriesgada y agotadora marcha hacia Valdeburón (León) y de aquí, siguiendo el movimiento general, se retira a la villa de Potes con el objeto de descansar y reponerse de las innumerables fatigas padecidas por tan larga travesía. Tras aprovisionarse de algunas municiones de boca y guerra, sale de nuevo hacia Santander



Al no hallar referencia documental alguna, se desconoce si realmente el Regimiento de Cangas de Onís llegó a emprender con los demás cuerpos de la División la arriesgada y agotadora marcha desde Covadonga, a través del puerto de Ventaniella, a Potes (Santander), aunque lo más probable es que no lo hiciera y que, desde el propio Santuario, después de rescatar la artillería, haya regresado de nuevo a su base de partida en Cangas de Onís.



Tras la sorprendente derrota y posterior dispersión de los cuerpos asturianos que intervinieron en la campaña de Santander, que oscureció la heroica marcha de 19 días, el General Ballesteros embarca en un buque británico rumbo a Gijón, en cuya villa, por orden expresa del marqués de la Romana, ahora nuevo General en Jefe del Ejército de la Izquierda, recibe el encargo de reorganizar sus maltrechas fuerzas al objeto de reincorporarlas al citado ejército. En cumplimiento de esta orden Ballesteros decide establecer el cuartel general en la villa de Gijón.



Para cumplir con lo ordenado por el marqués de La Romana, el 23 de junio de 1809, con el objeto de reagrupar a los dispersos cuerpos de la división, el General Ballesteros cursa orden circular a la Justicia, haciendo responsables a los jueces del más exacto cumplimiento, para que disponga inmediatamente que todas las tropas que se hallen en la jurisdicción respectiva concurran a sus destinos. El destino del Regimiento de Cangas de Onís, según la orden anterior, se había fijado en Pravia.



El Regimiento de Cangas de Onís, como consecuencia de no haber sido incluido en la nueva División organizada por Ballesteros en Gijón, es destinado a la División de Vanguardia, que manda el Brigadier Bárcena.



El 19 de octubre de 1809, el general Porlier, que se encontraba en Boñar, solicita al general Llano Ponte que le envíe de refuerzo al Regimiento de Cangas de Onís. El jefe de la partida destacada en Boñar, D. Andrés Marquesta, en el informe que rinde a Porlier el día 23 insiste, entre otras cosas, sobre la conveniencia de que el Regimiento de Cangas de Onís venga a reforzar a la Divisón. Días después, el 26 de octubre el general Mahy desde su cuartel general de Vega de Aller, informa a Porlier que el Regimiento de Cangas de Onís aún no ha salido de sus cantones, y que ha cursado orden para que esta misma noche se ponga en marcha para Maraña, localidad próxima al puerto de Tarna.

En el estado general de todos los regimientos y batallones existentes en el Ejército español, fechado en Sevilla el 30 de diciembre de 1809, sigue figurando como Regimiento de Cangas de Onís y continua mandado por el Coronel D. Salvador Escandón y Antayo.



1810

En sesión de la Junta Superior de Guerra, celebrada en Luarca el 4 de abril de 1810, se acuerda llevar a efecto el plan de reforma de los regimientos que conforman la guarnición del Principado (División de Asturias) ordenado por el Capitán General D. Antonio Arce, para lo que, inspirándose en la orden anterior, los cuerpos que se han indicado se reúnan bajo los números naturales 1º, 2º, 3º, 4º y 5º, esto es, sin demostrar preferencia alguna por uno u otro cuerpo y que se prohíba de ahora en adelante cualquier otra denominación que no se ajuste a la señalada para cada cuerpo.

Como consecuencia de plan de reforma de los cuerpos acordado por la Junta el 4 de abril de 1810, y como quiera que el Regimiento de Cangas de Onís no se hallaba comprendido dentro de los cuerpos que se pretendían reunir para formar con ellos cinco regimientos de nueva planta; se acuerda el batallón de Cangas de Onís se denomine “Primer Batallón de Tropas Ligeras” pero debido a ciertas confusiones, el 1º de junio de 1810 se acuerda ponerle este mismo nombre al Cuerpo Volante, lo que, en consecuencia, motivó que el Brigadier Bárcena el día 4 del mismo mes oficiara a la Junta exponiéndole la no conveniencia de que al Cuerpo Volante se le denomine Primer Batallón de Tropas Ligeras, toda vez que este nombre ya lo tiene asignado el Batallón de Cangas de Onís, por lo que la Junta Superior, en sesión del día 6, acuerda modificar dicha denominación, dándole al Cuerpo Volante[2] el nombre de “Tiradores de Asturias”.



En junio de 1810 el enemigo sorprende en el concejo de Nava a un capitán y cuatro soldados del Batallón de Cangas de Onís. Trasladados a Oviedo, los cinco prisioneros son conducidos a la casa que ocupaba el general Bonet para someterlos a interrogatorio para, posteriormente, ser pasados por las armas detrás del cercado del convento de San Francisco.



El 9 de agosto de 1810 el Primer Batallón de Tropas Ligeras, al mando de su Coronel, ataca al enemigo entre Colunga y Ribadesella, causándoles importante número de bajas. El 14 de agosto, desde Ceceda hasta Nuestra Señora de los Remedios, en el concejo de Nava, el Coronel Escandón con sus hombres del Batallón de Cangas de Onís ataca y arrolla a los franceses.



En este tiempo, el Coronel Escandón con sus valientes soldados del Batallón de Cangas de Onís se ha mantenido siempre firme en medio de los montes de Covadonga, Infiesto y Cangas de Onís, incomodando al enemigo allí donde éste estuviera y sorprendiéndole varias de sus guarniciones de los concejos del litoral, tales como Colunga, Ribadesella y Llanes.



Según el cura párroco de Posada D. Bernardo Taverna González, desde agosto de 1810, la villa de Posada de Llanes se halla ocupada por tropas del Regimiento de Cangas de Onís. D. Ramón Collar, oficial del Regimiento de Cangas de Onís, con su brigada y los demás oficiales que la componían, recibe elogios del cura, que envía informe a la Junta.



El 18 de agosto de 1810 el Coronel Escandón al frente del Batallón de Cangas de Onís ataca cerca de Margolles a fuerzas enemigas superiores al mando del General Valentín.



El 18 de septiembre de 1810 el Coronel Escandón con fuerzas del Batallón de Cangas de Onís acude a La Isla, concejo de Colunga, con el objeto de proteger el desembarco en la playa de La Espasa[3], de un importante cargamento de artillería, municiones, armas y pertrechos enviados por los británicos para su regimiento. Para apoyar la operación y cubrir todos los puntos necesarios, el Coronel Escandón solicitó ayuda a los generales Castañón y Porlier, cuyo auxilio no llegó a verificarse, por lo que en la noche de este mismo día, el Coronel Escandón destina la 2ª y 5ª compañía de su Batallón, al mando de los capitanes D. Manuel Buenaventura López y D. Tomás Noriega, respectivamente, para que, con las fuerzas de Porlier con que contaba en esos momentos, entretuviesen al enemigo que se hallaba situado en Cangas de Onís. La 4ª compañía, al mando del Capitán D. Valentín García Casares, con otras fuerzas de la división de Castañón, debería ejecutar la misma operación con la guarnición francesa del Infiesto. Asimismo, diferentes partidas fueron enviadas a los puntos de Golondrón y La Campona, el primero para cortar el paso de Cangas al Infiesto, y los segundos para cubrir la retaguardia.



Una vez cubiertos todos los puntos, a las 12 de la noche del mismo día 18, el Coronel Escandón con el Sargento Mayor D. Gonzalo Bernaldo de Quirós y los 130 hombres restantes del Batallón de Cangas de Onís, se pone en marcha desde el campo del collado de Landrín (Cangas de Onís), para las alturas de Colunga, Caravia y Berbes, dejando el trayecto coronado de puestos de centinela y tambores con el objeto de disimular el movimiento. El Teniente Coronel D. José Quiñones, con 180 hombres, debería unirse a las fuerzas anteriores en los puntos antes señalados, lo que verifica con prontitud a las 6 de la mañana del día 19. Inmediatamente, el Teniente Coronel Quiñones con 130 hombres es enviado a distraer al enemigo que se encontraba en Colunga, mientras el Sargento Mayor Bernaldo de Quirós con 120 hombres lo hace con los de Berbes, quedando el resto de la fuerza para cubrir el centro durante la operación, que por premura debía activarse.



Dadas las órdenes oportunas, se rompe el fuego por el flanco izquierdo de Colunga, al que inmediatamente siguió por el flanco derecho y el centro que el enemigo tenía cubiertos. Fue tan viva y acertada la carga, que desde las 7 de la mañana, en que se inició el fuego, hasta poco más de las 8, se consiguió encerrar al enemigo en sus fortificaciones, creyendo que eran atacados por fuerzas superiores. Valiéndose de esta oportuna ocasión, con paisanos de los pueblos inmediatos que voluntariamente se prestaron para este trabajo, se consiguió desembarcar toda la artillería, los fusiles, municiones y demás impedimenta, que sin pérdida de tiempo los condujeron a brazos hasta el pueblo de Cofiño, distante dos leguas del lugar del desembarco. A las 12 de aquella misma mañana la tropa del Batallón de Cangas de Onís que intervino en tan importante acción, efectúa el repliegue sobre Cofiño.



A las 12 de la noche del mismo día 19 el Coronel Escandón se pone en marcha y las 6 de la mañana del día 20 consigue llegar a Gradea sin novedad, justo en el momento en que el enemigo trataba, aunque ya tarde, de cortarle ocupando el paso forzoso del Golondrón. Habiendo descansando unas horas en Gradea, a las 5 de la tarde sale para el lugar de Cazo, a donde llega con el referido convoy sin novedad tres horas más tarde.



El 17 de octubre de 1810, con el objeto de atacar a la guarnición francesa de destacada en la villa de Gijón, a las 12,00 horas fondea en su ensenada una importante escuadra formada por varios buques de guerra anglo-españoles al mando del Mariscal de Campo D. Mariano Renovales. En la mañana de este mismo día el Regimiento de Cangas de Onís, con sus 80 caballos, es destinado a observar los movimientos que pudiera efectuar el enemigo con el objeto de proteger por la costa las operaciones del desembarco anfibio. El Regimiento de Cangas de Onís y dos compañías del 1º Cántabro serán, a la señal convenida, las fuerzas encargadas de romper el fuego, para lo cual se distribuyen según la siguiente orden de operaciones:



1. El camino de Avilés quedará cubierto por fuerzas del Regimiento de Cangas de Onís al mando del Teniente D. José Martínez.



2. De la protección del camino de Oviedo se encargará el Subteniente D. Gaspar Rodríguez, también del Regimiento de Cangas de Onís.



3. El frente de la estacada, el que mayor peligro arrostra, lo defenderá la compañía de Granaderos del 1º Cántabro al mando de su capitán D. Miguel Cosío.



4. La Puerta de la Villa, elegida como centro de apoyo y coordinación de las operaciones, será ocupada por las fuerzas que componen la reserva al mando del Teniente Coronel D. José Quiñones, del Regimiento de Cangas de Onís.



Roto el fuego, éste se empeñó con vigor, lo que hizo que el enemigo se aprovechara de la artillería en profundidad, mientras que la caballería se lanzaba a la carga sobre las fuerzas de reserva que defendían la Puerta de la Villa al mando del Teniente Coronel D. José Quiñones. En esta acción se distinguieron notablemente el Sargento Mayor D. Gonzalo Bernaldo de Quirós; los capitanes D. Valentín García Casares y D. Gregorio Piñán; los tenientes D. Vicente Cadanes y D. José Martínez Ardines, así como el Sargento 1º D. Francisco del Valle, todos ellos pertenecientes al Regimiento de Cangas de Onís.



Durante el desarrollo de la acción táctica anterior, la escuadra no efectuó movimiento alguno, por lo que las fuerzas terrestres deciden retirarse, momento que es aprovechado por el General Porlier para, con dos ayudantes, subir a bordo del buque insignia para conferencias con Renovales sobre la maniobra a ejecutar y asegurar con ello el éxito de la operación. Se resuelve que la tropa acampe en Castiello y que el desembarcó y posterior ataque se verifique al día siguiente. En vista de ello, el Regimiento de Cangas de Onís se repliega a Castiello en donde queda a la espera de recibir órdenes.

La señal de ataque es transmitida el día 18 desde la propia escuadra, lo que motivó que las tropas cántabras –que se encontraban desplegadas en la altura de “el Romeral”– rompieran el fuego, mientras que el Regimiento de Cangas de Onís se posicionaba delante de Castiello. Por otro lado, el bergantín “Puerto Mahón”, que se encontraba fondeado a la entrada de la barra del puerto, abre fuego sobre la batería (¿de Arnao?) para anular su artillería, momento que es aprovechado por Renovales para verificar el desembarco de sus tropas por Arnao, lo que provocó que el enemigo abandonara Gijón antes de que las fuerzas de desembarco (1.200 soldados españoles y 800 británicos, éstos, en su mayoría, pertenecientes a un batallón de infantería de marina de desembarco) pudiera reunirse con las terrestres para, conjuntamente, tomar parte en la acción.



Replegado el enemigo sobre las alturas de Puga, recibe nuevos refuerzos y resuelve cargar contra las tropas españolas que les perseguían, teniendo éstos que ceder ante la superioridad enemiga y replegarse sobre Contrueces, en cuyo punto el enemigo es contenido por las guerrillas del Regimiento de Cangas de Onís que formaban la reserva. El enemigo se contiene, decide no atacar y se retira. En la expresada acción los franceses experimentaron varias bajas. El resto del día transcurrió sin novedad, dedicando todo este tiempo a la observación del enemigo –que nunca había perdido de vista a los españoles–, a trasladar a tierra desde los buques municiones, así como a proteger el reembarque de las tropas, cuya operación concluyó a las dos de la mañana del día 20. El resto es otra historia.



El 6 de noviembre de 1810 el enemigo, en número de 156 hombres, sale de la villa de Llanes con la intención de atacar a la partida del Subteniente Balmori, del Regimiento de Cangas de Onís, que se hallaba situada en un pueblo inmediato. El Subteniente Balmori dispone que saliesen las guerrillas a su encuentro las que, una vez divisado el enemigo, se apostaron, rompiendo el fuego por una y otra parte. Entre tanto, Balmori con el resto de las fuerzas que componían la partida, hizo movimiento hacia la retaguardia enemiga con intención de cortarlos, lo que provocó que el enemigo se pusiese en precipitada fuga. El Comandante general en segundo jefe del Principado recomienda el mérito contraído por este oficial.



El 11 de noviembre de 1810 el Teniente Coronel D. José Quiñones sostiene un encuentro con el enemigo en el puente de Vales, logrando su dispersión a pesar de ser reforzado por fuerzas de la guarnición de Llanes.



Por R. O. de 16 de diciembre de 1810, el Consejo de Regencia resuelve que las tropas españolas se distribuyan en seis ejércitos, por lo que el Ejército de la Izquierda (antiguo de Galicia) pasa a denominarse 6º Ejército, que comprende a Galicia, Asturias, León y la parte de Castilla a la derecha del Duero, con dos subinspecciones: una en Galicia y otra en Asturias. Como consecuencia de la orden anterior el Regimiento de Cangas de Onís, cuya disolución ya se contemplaba, aparece citado en el Estado Militar de España para el año de 1811 como cuerpo de tropas ligeras encuadrado en la Subinspección de Asturias, dependiente, claro está, del 6º Ejército.



1811

En la tarde del 10 de febrero de 1811 el Capitán del Batallón de Cangas de Onis, D. Gregorio Piñán, en funciones de comandante de observación sobre la costa, sale con su compañía con instrucciones de atacar a la mañana siguiente a la guarnición enemiga de Llanes. El día 11 el capitán Piñán destaca tres pequeñas guerrillas, dejando ocultas las restantes fuerzas con el objeto de que el enemigo presentase su cuerpo para conseguir las mayores ventajas que las que ofrece el encerrarse en las fortificaciones. En efecto, salió al encuentro toda la guarnición de Llanes, unos 250 hombres, iniciándose el fuego por una y otra parte por espacio de tres horas, sin hacer retroceder más que a las guerrillas, consiguiendo la compañía del Regimiento de Cangas de Onís, a pesar de la tenaz resistencia que opuso el enemigo, rechazarlo hasta sus fuertes. El enemigo quedó batido y el honor de las armas de la compañía bien puesto. Tras la acción, la compañía se retira a Beloncio con el objeto de municionarse y descansar unos días, partiendo para Ribadesella el día 15.

Como consecuencia del lamentable estado que presentaban los cuerpos que componían la guarnición del Principado de Asturias, debido fundamentalmente al desgaste provocado por la dura y prolongada campaña, se pone de manifiesto la necesidad perentoria de acometer una profunda reorganización de los regimientos asturianos, ya que su eficacia era escasa y su inacción la nota dominante. Con el objeto de darles la organización conveniente para que sirvan con la utilidad posible; el 28 de febrero de 1811 el Mariscal de Campo D. Francisco Xavier Losada, a la sazón Comandante General en 2º de las Armas del Principado de Asturias, comunica a la Junta Superior que se halla dando las disposiciones necesarias con el objeto de cumplimentar la orden terminante del General en Jefe del 6º Ejército para proceder al arreglo y organización de todas las tropas existentes en el Principado de Asturias, entre las que, naturalmente, se encuentra el Regimiento de Cangas de Onís.


Después de varios meses de aplazamientos, no exentos de dificultad, parece que, por fin, se decide acometer la tan ansiada reforma de los cuerpos asturianos (es el tercero y definitivo intento que se hace desde 1809).


Como resultado de la reforma ordenada por el General en Jefe del 6º Ejército, el 1º de marzo de 1811 se crea el Regimiento de Infantería “Voluntarios de Asturias”, bajo el pie de dos batallones de a cinco compañías cada uno y una fuerza teórica de 1.000 hombres. Para la formación y organización del nuevo regimiento, verificada entre el 11 y 14 de abril de 1811, se dispuso de los efectivos que constituían el extinguido Batallón de Cangas de Onís. Más tarde, los “Voluntarios de Asturias” se transforma en batallón “Ligero”, bajo el pie de un único batallón de a seis compañías de 120 hombres cada una, con lo cual, en cierta medida, retorna a sus orígenes.


El Regimiento de “Voluntarios de Asturias”, al mando de su bizarro Coronel, D. Fernando Miranda[4], estaba llamado, por su valor y la mucha sangre generosamente derramada, a protagonizar importantes y heroicos hechos de armas y días de gloria para España.


Bandera


Se desconoce cualquier detalle o característica sobre la bandera, Coronela o sencilla, usada por el Regimiento de Cangas de Onís y portada por su ilustre abanderado, el Subteniente (o Cadete) D. Domingo Antonio de Lastra, así como cualquier otra referencia acerca del destino o lugar que cobijó la enseña tras la disolución del cuerpo. Aunque no hay nada seguro, es posible que haya quedado depositada en el Santuario de Covadonga[5] o, quizás, en alguna de las antiguas iglesias de Cangas de Onís, tales como Abamia o la propia de Santa María.



Según D. Ramón Álvarez Valdés[6], parece ser que los primeros voluntarios cangueses que en 1808 tomaron las armas para rebelarse contra el poder de Napoleón levantaron, como enseña o bandera de combate, un antiguo estandarte procedente de una Compañía de Lanzas (Caballería) de principios del siglo XVI que se encontraba depositado en la Iglesia parroquial de Cangas de Onís, precisamente, desde el citado S. XVI[7].



Por otro lado, se desconoce el paradero de la bandera que en 1811 recibió el Batallón Ligero “Voluntarios de Asturias”. A juzgar por una reseña del catálogo del antiguo Real Museo Militar[8] –cuyos fondos más tarde pasaron a engrosar los del Ejército–, se intuye que la enseña ha subsistido tras la desaparición del cuerpo, y que ésta pudiera ser la que aparece inventariada en el citado catálogo con el nº 1.479, cuya descripción responde a las siguientes características:



“Bandera blanca de seda rodeada con una orla de granadas de oro, y en el centro del escudo de armas reales sostenido por dos ángeles. En el anverso, sobre el escudo, el lema Batallón Ligero, y por debajo Religión y Rey: en el reverso el mismo escudo con los dos ángeles, y por encima el lema Voluntarios de A… [¿Asturias?].

Uniformes

La uniformidad, propiamente dicha, observada por el Regimiento de Cangas de Onís al principio del levantamiento contra el invasor ha discurrido paralela a la de los demás cuerpos asturianos que se crearon en fecha anterior o posteriormente a él.

El 14 de diciembre de 1808, según se desprende del estado general de los cuerpos asturianos remitido por el Capitán General del Principado a la Inspección del Ejército, el Regimiento de Cangas de Onís carecía de uniforme.

A mediados del mes de febrero de 1809, el Regimiento de Cangas de Onís fue uno de los cuerpos que, necesariamente, se vio beneficiado con las primeras remesas de vestuario procedentes de la ayuda británica. Estos uniformes, en número de 4.000, se ofrecieron a Asturias el 24 de agosto de 1808[9] y procedían, según comunicación del día 27[10], de un remanente de 10.000 vestuarios destinados a la Milicia de la Norteamérica británica (actual Canadá). El vestuario, básicamente, estaba constituido por las siguientes prendas: 4.000 casacas rojas; chalecos blancos; pantalones grises y 10.000 gorros (posiblemente del tipo ‘stovepipe’ [tubo de chimenea] o, en su defecto, gorro de manga o cuartel). En diciembre de 1808 el vestuario llega a La Coruña a bordo del transporte Harmony, cuyo cargamento es trasladado a Asturias en buques de cabotaje, desembarcando en el puerto de Gijón el 6 de febrero de 1809, por lo que los efectivos del Regimiento de Cangas de Onís, al igual que los demás que constituían la guarnición de Asturias (divisiones de Vanguardia y Oriente) dispusieron de este uniforme a los pocos días de su recepción. Ante la imposibilidad de surtir a todos los cuerpos con este vestuario, la provisión de las prendas se efectuó mediante sorteo realizado por la propia Inspección del Ejército en Asturias.

Según orden del General en Jefe del ejército asturiano, aquellos soldados «... q.e no se hallen bestidos de encarnado sufrirán la pena de muerte ...»[11], lo cual corrobora que dentro de los límites territoriales del Principado de Asturias no se reconocía ―como reiteradamente se viene insistiendo― más uniforme que aquel otro que no fuese el de color rojo. Lo anterior, unido a una copla popular dedicada al Regimiento de Cangas de Onís, viene a confirmar de manera definitiva que, en efecto, la guarnición del Principado vistió exclusivamente el uniforme inglés tantas veces mencionado. La copla del Regimiento de Onís, dice así:

- ¿Qué ye aquello que relluz

por aquella serranía?

La chaqueta colorada

de Cangues, me parecía.

Mención especial merece aquí aclarar algunas incorrecciones advertidas en una publicación dedicada a banderas, uniformes, emblemas, armamentos, personajes e historias militares asturianas[12]. Su autor, D. Jesús Evaristo Casariego, con más buena voluntad que rigor histórico, determinó incluir la figura de un abanderado del Regimiento de Cangas de Onís ―con uniforme equivocado y diseño de bandera no ajustado al modelo original―. El uniforme en cuestión, de color blanco, con cuello, vueltas y vivos de color azul celeste, jamás fue usado por tal regimiento puesto que, desde un principio y hasta su integración en el 2º de Asturias, el Regimiento de Cangas de Onís vistió la casaca roja de procedencia británica. El aparecer de esa guisa (uniforme blanco y divisa azul) se debe a un error de interpretación al confundirlo con el Regimiento de Cantabria o 1º Cántabro ―que, al parecer, sí llevaba uniforme de los colores citados―, ya que ambos regimientos ―5 compañías de Cangas de Onís y el Cántabro― son enviados por el comodoro inglés Mends para atacar el 17 de octubre de 1810 la villa de Gijón que se encontraba en poder de los franceses. Al día siguiente, el Regimiento de Cangas de Onís, junto con el 1º Cántabro, es destinado a proteger el desembarco anfibio anglo-español al mando del mariscal de Campo D. Mariano Renovales.

Recompensas

El Regimiento de Cangas de Onís, al tratarse de un cuerpo ceñido exclusivamente a la defensa y guarnición del Principado de Asturias, escasas han sido las recompensas que recibieron sus componentes. Entre estas, destacan:



1. Escudo de Distinción al Valor en Asturias



La Junta Suprema de Asturias para premiar el arrojo de las tropas que, bajo el mando del Mariscal de Campo D. Francisco Ballesteros, constituyeron el dispositivo defensivo de Colombres durante las importantes acciones de guerra de los días 15 de enero, 18 de febrero y 29 de abril de 1809 desarrolladas en el citado dispositivo contra fuerzas enemigas superiores, establece, con carácter colectivo, un escudo de distinción denominado “Al Valor en Asturias”, cuya concesión se hace extensiva a las tropas que defendieron el estratégico e importante paso de Peñaflor durante la acción del 18 de mayo de 1809.



Dicho escudo, para llevar bordado en la manga izquierda de la casaca o prenda equivalente, consiste en una pieza circular de paño o lino blanco, de 60 mm. de diámetro, en cuyo centro se inscribe el lema: “VALOR / ACREDITA / DO EN / ASTUR / IAS”, en letras rojas, rodeado por ramos de laurel y palma en color verde.[13]

2. Cruz de Distinción del Ejército Asturiano



Creada por Real Orden de 4 de junio de 1815 para premiar “el entusiasmo, valor y bizarría con que se condujo el egército asturiano en el tiempo en que circundada de enemigos aquella Provincia, y sin auxilios del Supremo Gobierno, fue acometida por los que estaban en Galicia, Castilla y Montañas de Santander, mandados por el Mariscal Ney y por los Generales Kellerman y Bonet; habiéndose sostenido á pesar de su corto número cerca de un año con escarmiento de los mismos enemigos,,… á quienes en varios y repetidos encuentros batió y rechazó con mucha gloria de las Reales armas y honor de sus naturales”.



La cruz se compone de cuatro aspas esmaltadas en blanco y en cada una de ellas un triángulo isósceles color amaranto, las cuales caen sobre un escudo circular, en cuyo centro lleva una cruz de plata en campo azul, con el lema en el exergo “Asturias nunca vencida”, y al dorso “Exército Asturiano 1808”. Una corona compuesta por mitad de laurel y encina la une a una cinta mitad amaranto [rojo] y mitad caña subido [amarillo pajizo].



Los hombres de Cangas de Onís, ahora ya como integrantes del nuevo Regimiento “Voluntarios de Asturias”, perteneciente al 4º Ejército (antiguo 6º), aún recibirán varias e importantes recompensas por su participación en las más importantes batallas en las que intervino el expresado 4º Ejército, entre éstas destacan las siguientes:



1. Cruz de San Marcial



Se concedió por R. O. de 24 de octubre de 1814, premiando a las fuerzas del General Freyre (4º Ejército) que el 31 de agosto de 1813 se batieron con los franceses sobre el río Bidasoa a la altura de San Marcial.



Es de oro y está constituida por una cruz de cuatro brazos esmaltados en rojo que rematan en punta y con globillos de oro en los extremos. El centro es circular, donde en campo blanco figuran dos sables cruzados dentro de una corona de laurel, orlados por una banda azul con letras de oro donde se lee: "EL REY A LOS VENCEDORES DE SAN MARCIAL".



Entre los brazos figuran, en la parte superior una flor de lis y un león, representándose entre los brazos inferiores una torre y otra flor de lis, todos ellos en oro.



La cinta de la que cuelga es bicolor: roja y morada.



2. Cruz de Tolosa o del 4º Ejército



De oro y esmaltes, cuelga de una cinta de tela de color azul turquí con ribetes dorados, fue creada por Real Orden de 30 de enero de 1815 para su concesión a los generales, jefes y oficiales que participaron en dicha batalla y se compone de cuatro brazos rematados en forma de ancla, esmaltados en azul coronados por globillos de oro. Entre las aspas, columnas coronadas y sables y palmas cruzados, del mismo metal; en el centro, un círculo blanco rematado de corona de encina, con el lema: "Batalla de Tolosa de 10 de Abril de1814" y en el reverso "Valor y disciplina".



Cabe destacar, a su vez, que esta Distinción es de las pocas que se usaron bordadas sobre las banderas como reconocimiento colectivo, como es el caso del Regimientos Provincial Oviedo, los regimientos 1º y 2º de Asturias y, por supuesto, el Batallón Ligero “Voluntarios de Asturias”.

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