martes, 15 de julio de 2008

Santuario de colección

29.06.08 -
ANA MORIYÓN , COVADONGA

Javier Remis dispone en su poder de cientos de objetos relacionados con el Real Sitio que se remontan a finales del siglo XVIII


De la historia de Covadonga se han escrito millares de libros, de su belleza se han tomado incontables fotografías y de la Virgen que da nombre al Santuario se han creado numerosos objetos. Todos ellos son artículos de colección que, por llevar el nombre del Santuario de los asturianos, duplican su valor en cualquier tienda de antigüedades o sala de subastas. Javier Remis Fernández sabe mucho de esto porque es un apasionado de la historia, la cultura y la religión que emana de este lugar sagrado y ha querido acumular todo tipo de objetos relacionados con este enclave, mitad historia mitad leyenda.
Tiene en la actualidad cientos de objetos relacionados con el Santuario -principalmente fotografías antiguas, postales, bibliografía y medallas- de gran valor sentimental e histórico, ya que algunos de ellos se remontan a finales del siglo XVIII.
Coincide que Javier Remis es, además, responsable del Museo de Covadonga desde hace ocho años y medio. Aunque fue durante la exposición conmemorativa del centenario de la Basílica de Covadonga, en 2001, cuando incrementó su interés por este tema y se convirtió en un coleccionista de este tipo de recuerdos.
En su haber tiene imágenes de finales del siglo XIX de la Basílica en plena construcción que fueron encargadas por el entonces canónigo Máximo de la Vega a Fermín Álvarez Fervienta para recaudar fondos con los que financiar la obra, o el camarín de madera herencia de Frassinelli que fue destruido durante la Guerra Civil y que hasta aquel momento permanecía en la Cueva. Dispone también de medio centenar de fotopostales que se remontan a finales del siglo XIX, y hasta de un grabado realizado por Ambrosio Morales, cronista de Felipe II, que data del siglo XVIII. Incluso, guarda con cariño una medalla de la Virgen de Covadonga de 1939 con motivo de su retorno de París tras ser 'exiliada' en plena contienda nacional.
Editadas en el extranjero
Las curiosidades que existen en torno a Covadonga son innumerables. Javier Remis muestra entre sus piezas guías sobre el santuario cangués publicadas en el extranjero, concretamente en Manila en 1938, y otras editadas en la propia Covadonga en los años 20, cuando comenzó a funcionar en el propio Santuario una imprenta que trabajó de forma interrumpida hasta los años 70. Pero es que su interés por Covadonga no para de sorprenderle y ya ha sido testigo de subastas de piezas, como una talla de Pelayo, que perteneció al Santuario y que, como otras muchas, desapareció durante la guerra.
Una de las últimas adquisiciones de Javier Remis es una novela inglesa que data de 1816 y que lleva por título 'Roderick. El último de los Goda', en la que se dedican capítulos enteros a Pelayo y a la Batalla de Covadonga.
Experto ya en la historia de Covadonga, Javier Remis explica que la razón que le ha llevado a coleccionar este tipo de artículos es doble. Por una parte, responde a su interés personal por todo lo que rodea al Santuario y, por otra, a su afán de difundir la fe y la cultura, ya que presta desinteresadamente estos objetos para la edición de nuevos folletos y libros sobre Covadonga. «Es una forma más de expandir la fe. Cuanto más se difunda la imagen de Covadonga, mejor», entiende.
Precio
El precio de estas piezas es variado pero llama la atención el valor que adquieren objetos como las láminas de Covadonga que en su época eran editadas para que los feligreses con escasos recursos pudieran disponer de la imagen de la Virgen en sus casas, y que ahora adquieren en el mercado un valor de entre 200 y 300 euros.
Las inquietudes de Javier Remis son muchas. Entre ellas, seguir la estela de la supuesta espada del Rey Pelayo que fue entregada por el abad de Covadonga a Carlos III después de que un incendio destruyera la Cueva de Covadonga en 1777. «El abad entregó la espada para pedirle súplicas al Rey y aunque ahora debería estar en la armería real, nadie sabe a ciencia cierta dónde está», confiesa.

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