miércoles, 11 de junio de 2008

LOS RAMOS


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En una época caracterizada por la sacralización de la "modernidad", en la que tienden a abandonarse todas las prácticas tradicionales, nos encontramos con un rito que, al menos en Asturias, se mantiene con fuerza en muchos lugares o se recupera, después de años en el olvido, en otros. Nos referimos a las ofrendas de ramos en las fiestas patronales y sacramentales de los distintos pueblos de la región.

Observando los ritos festivos de las comunidades rurales asturianas, llama poderosamente la atención la existencia de un factor común que consiste en la ofrenda de un ramo al santo patrono; o al Santísimo en el caso de las celebraciones sacramentales.

El ofrecimiento o la entrega de un ramo como signo de admiración se remonta al menos a la época romana, cuando se coronaba con ramos de laurel a los vencedores de batallas o competiciones deportivas. La entrega de un ramo fue también símbolo de transferencia de posesión desde los antiguos pueblos germánicos. En este sentido se encuentran en Asturias documentos de los siglos XIV y XV en los que se pone de manifiesto esta costumbre. Hoy día sólo quedan vestigios de ello, como el relevo de la mayordomía de las fiestas patronales, que se efectuaba en un pasado bastante reciente entregando el mayordomo saliente el ramo procesional al entrante.

En una visita al museo etnográfico de Varsovia nos encontramos con imágenes de una ofrenda de ramos en 1973 hecha el día de la fiesta de La Asunción (15 de Agosto) al terminar la recolección de la cosecha. Las coincidencias con las ofrendas que se realizan en nuestra tierra son notables: El ramo está hecho con espigas de un cereal, es portado en andas por cuatro mujeres, otras sostienen cintas que penden de la cúspide del ramo, todas ellas visten el traje tradicional de la zona. En otra fotografía pueden verse niños y niñas delante del ramo, ofreciendo panes. La evidente similitud con nuestras ofrendas de ramos en el Oriente de Asturias deja poco margen a la duda. Se trata evidentemente del mismo rito practicado por una comunidad distante unos 4000 Km. de la nuestra.

Explicar las razones de la presencia del mismo rito en culturas tan lejanas requiere un estudio extenso pero, en una primera impresión, podemos plantear dos hipótesis de partida; o bien se trata de un antiguo rito romano divulgado por el Imperio en sus distintos dominios, o fue la iglesia cristiana la que, asimilándolo como tantas otras cosas, lo divulgó posteriormente. Resulta verosímil relacionar estos ritos con las "Cerialia", ceremonias y festejos propios del culto a la diosa Ceres, entre los romanos, o a su equivalente griega Demeter, entre los griegos. Durante éstas celebraciones, el pueblo acudía al santuario tras un sacrificio de toros, cuya carne se ofrecía a la diosa junto con cera y dulces, portados por vírgenes, para pedirle que cuidase la tierra y las cosechas. Entre aquellas ofrendas figuraba el calathus, un enorme cesto repleto de tortas y pastelillos confeccionados con harinas de diversa naturaleza y procedencia, de forma similar a lo que hoy día se hace con las ofrendas de ramos.

Es curioso que, existiendo en toda España la tradición de ofrecer bienes y productos de la tierra a los santos patronos, sea casi exclusivamente en Asturias donde esa ofrenda se superpone con la de los ramos. La ofrenda es, todavía hoy, una tradición viva en multitud de pueblos asturianos especialmente en la zona oriental de la Región

Estos ramos eran, como su nombre indica, ramas o árboles pequeños de los que pendía una cesta con ofrendas o que llevaban éstas colgando directamente del ramaje. Más tarde fueron evolucionando y haciéndose más sofisticados, como se describirá más adelante
Hoy día los ramos cambian de unas zonas a otras de Asturias e incluso de unos pueblos a otros, dándose la paradoja de que muchos ramos actuales no tienen de ramos más que el nombre y ofrecen las formas y representaciones más variadas.

En toda la zona oriental y en muchos pueblos de la zona central de Asturias el ramu o ramo consiste en un armazón de madera, con forma de pirámide, formado por cuatro listones que se unen en un vértice y van apoyados en andas, como las que se utilizan en las procesiones para llevar las imágenes de los santos.

Este armazón va recubierto generalmente de ramas, hojas y flores y lleva colgando de los listones roscas de pan y rosquillas dulces principalmente. En el vértice o extremo lleva un remate que en algunos sitios se denomina "pical", "copitu" o "cerquillo" y suele ser una rosca de pan con un ramo de flores, aunque modernamente llevan, a veces, muñecas vestidas con el traje tradicional u otros motivos. Todo ello va adornado con gasas de colores, cintas o pañuelos. Al tratarse de una tradición viva, se van superponiendo año tras año, elementos modernos sobre esta estructura tradicional, y así por ejemplo en la parroquia de Santa Eulalia de Selorio (Concejo de Villaviciosa) hemos visto en el año 1994 ramos con forma de hórreos, un cura montado en un burro y ¡hasta un castillo de Eurodisney !, todos ellos junto a otros totalmente tradicionales.

Para dar idea de la importancia que actualmente tienen los ramos en la celebración de las fiestas patronales asturianas, sólo diremos que en Selorio, en el año 94, había doce ramos el día de Santa Eulalia, y en Cangas de Onís, el día de San Antonio del 96 seis enormes , uno de los cuales fue llevado por cuatro soldados destacados en Bosnia como ofrenda y en cumplimiento de la promesa hecha si regresaban de allí con vida.

En la zona occidental los ramos son más sencillos y consisten en varias plataformas de madera insertadas en un palo alto de unos dos o dos y medio metros. De dichas plataformas cuelgan panes, o rosquillas y van adornadas también con cintas, ramas, flores y pañuelos. En la cima llevan rematándolo un pan adornado con plumas de ave, o un ramo de flores. A veces van recubiertos con un faldón blanco adornado con puntillas lazos y pañuelos, quedando los panes ocultos debajo de esta especie de enaguas.

Los ramos son transportados en oriente y centro por cuatro mozos o mozas (aunque es más frecuente lo primero) y en occidente por un solo mozo.

Pueden ser ofrecidos por todo el pueblo, mediante aportación popular, o bien por cualquier persona o grupo como cumplimiento de una promesa. En Cangas de Onís y zonas próximas llaman a estos últimos "ramos beatos", en este caso son costeados por la persona que lo ofrece pero tiene la obligación de pedir por el pueblo parte de su coste. El día de la fiesta, una vez terminado, sale el ramo del lugar donde se construye, de la casa donde se ofrece o del barrio que lo costea si hay varios, y es llevado a la iglesia. En muchos pueblos existía y existe la costumbre de disparar pólvora cuando el ramo inicia su recorrido. Antiguamente eran los mozos llamados "escopeteros" los que disparaban las escopetas con pólvora; esta costumbre fue suprimida por la Iglesia y así está recogido en las Sinodales del Obispo Pisador aprobadas por Carlos III el 15 de Enero de 1784.
En el oriente de Asturias, para cada paso que se da desde que se forma el ramo hasta que se subasta hay unas ceremonias muy especiales en las que participa todo el pueblo acompañando con cantos y toques de pandereta y vestidos con los trajes tradicionales. Aquí son las mujeres las que, acompañadas de panderetas, van cantando durante todo el recorrido. La música es muy antigua, y creemos que en muchas ocasiones viene de viejos cantos de peregrinos del Camino de Santiago, uno de cuyos ramales pasaba por esta zona. Las letras suelen cambiar cada año pues son alusivas a hechos acaecidos en el pueblo o a las circunstancias por las que se ofrecen los ramos, aunque en Pendueles nos informaron que conservan todos los años la misma letra.

Termina la fiesta con la subasta de los panes y otras ofrendas que lo acompañan aunque no formen parte del ramo, (lacones, pollos, conejos, productos de la huerta etc. Se puja según la costumbre y en algunos casos se conserva la fórmula antigua. Como muestra la del pequeño pueblo de Prendes en el concejo de Carreño. Aquí en vez del consabido a la una, a las dos y a las tres se dice: "¡Que buen pro", "Que buen provecho le", "Le haga"!.

Lo que se saca de la subasta, puja, puya, remate o rifa (que recibe estos distintos nombres), servirá en parte para pagar al cura, sufragar la fiesta del año próximo o arreglar la capilla del Santo.

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