Los investigadores ya están en La Güelga. El equipo que dirige el arqueólogo y director del centro regional de la UNED en Asturias, Mario Menéndez, comenzó ayer los preparativos en la cueva de Cangas de Onís para retomar las excavaciones en busca de nuevas pruebas que confirmen su teoría de que toda la vega del Sella funcionó en el pasado como una unidad territorial.
Su investigación trata de definir la cronología de la caverna para conocer mejor la parte final del Paleolítico Medio y Superior y constatar la presencia tardía de neandertales en la zona.Para profundizar aún más en sus hipótesis, este año los investigadores de la UNED extenderán sus estudios a la cueva de Collubil, en Amieva; en este caso, con un equipo dirigido por los profesores Eduardo García y José Manuel Quesada. Está previsto que los trabajos allí comiencen hacia el 20 de setiembre. No obstante, explica García, «dependerá de cómo se de La Güelga» puesto que éste trabajará estos dias en el yacimiento cangués
La cueva se encuentra a unos cinco kilómetros al sureste de Cangas de Onís, en un valle recorrido por el arroyo de la Brava. Sus aguas son las causantes de un complejo sistema cárstico de galerías subterráneas cuyo recorrido requiere conocimientos espeleológicos y un buen equipamiento. La boca actual de la cueva, por la que se sume el mencionado arroyo, recibe el nombre de Güelga, topónimo que en asturiano se asigna a las humedades o sitios con agua.Al abrigo de la gran visera rocosa que constituye la boca de la cueva, vivieron grupos de cazadores durante casi todo el Paleolítico Superior, desde 32000 hasta hace unos 13000 años. Las excavaciones arqueológicas realizadas han puesto de manifiesto la importancia de la ocupación magdaleniense, datada en unos 14000 años antes del presente.Los restos hallados indican la presencia de grupos de cazadores especializados en la caza de ciervos a comienzos del verano. El emplazamiento de la cueva de la Güelga constituye una trampa natural, en fondo del valle, apta para arrear hasta allí a las ciervas y sus crías.Las excavaciones han propiciado restos de útiles en piedra y hueso, comunes a estos grupos de cazadores-recolectores paleolíticos. Destacan, por su abundancia y calidad, las puntas fabricadas en asta de cérvido, conocidas como azagayas, que aquí presentan unas profundas acanaladuras longitudinales. Mención especial merece la colección de colgantes realizada sobre dientes y huesos de animales. Las decoraciones muestran motivos similares a los hallados en otros yacimientos arqueológicos de la desembocadura del Sella, lo que hace pensar en grupos de temporada que se desplazan a cazar desde la costa. Entre las piezas halladas puede citarse una flauta que constituye el más antiguo instrumento musical de la región; y una tibia de ciervo con tres cabezas de cierva grabadas en su superficie
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