domingo, 29 de abril de 2007

LA BATALLA DE COVADONGA


Sánches-Albornoz ha reconstruido el itinerario de las expediciones musulmanas de conquistas del NO de España, en su mayoría siguiendo las vías romanas. En Asturias penetraron a través del Camín Real de la Mesa, se trata de una antígua vía romana que va por la zona alta, evitando así las emboscadas, tuvo gran importancia militar en aquella época e iría por (León – Torrestío (León) – Puerto de La Mesa (Asturias) que está cerca del Puerto de Ventana - Puerto de La Magdalena – Puerto de San Lorenzo – Cuevallagar ( con preciosas vistas de la Sirra del Aramo, Oviedo, valle del Trubia, etc..) – Valle de Trubia – Oviedo – Gijón.


Pelayo se ve forzado a escapar del acoso de las tropas encargadas de su captura y estan a punto de prenderle en Brece y logra ponerse a salvo cruzando el río Piloña, refugiándose en las estribaciones de los Picos de Europa, sintiéndose seguro en aquella fortaleza natural , "un gran monte cuyo nombre es Auseva", dice la Crónica rotense de Alfonso III, e "hizo correr sus órdenes por entre todos los ástures", alentándoles a la insumisión contra los dominadores musulmanes y siendo elegidos por aquellos "su príncipe". "A Sebastián" altera profundamente los pasajes, hace de Pelayo un caudillo elegido por la propia
nobleza visigoda refugiada en la región.

Lo más probable es, que aquella rebelión haya tenido una raíz popular, por otra parte los historiadores musulmanes Isa al-Razi e Ibn-Hayyan se refieren al caudillaje de Pelayo, sin aludir para nada la intervención en ella de la nobleza visigoda.
Según Sánchez-Albornoz y otros historiadores, indican que el comienzo de la rebelión y del principado efectivo de Pelayo sobre los ástures, debe situarse en el año 718, coincidiendo con el valiato de al-Hurr, año en el que tradicionalmente se venía datando el encuentro de Covadonga.

Debió de ponerse en marcha en la primavera del 722, la comandaba Alqama y figuraba entre sus acompañantes el obispo Oppa, dicen que era hijo del rey Vitiza, cuya fracción, enemiga de D.Rodrigo, apoyó la entrada de los musulmanes en la Península (tal como indicó José Luis).

Los primeros encuentros entre los musulmanes y rebeldes, debieron ser favorables a aquellos, pero Pelayo y los suyos, buenos conocedores del terreno, se repliegan en
el valle de Cangas de Onís, los atraen hacia la parte más angosta del mismo, cerrada ya completamente por el monte Auseva, último y ventajoso refugio de los fugitivos.
Allí tuvo lugar el encuentro final y decisivo entre los musulmanes y los ástures, según las dos versiones de la Crónica de Alfonso III que nos habla de la "coba dominica" (Covadonga). Ésta versión la refuerzan los historiadores árabes.

Como en toda guerra de hoy, de ayer y de siempre, hubo mentiras en los partes oficiales y en la literatura política. Los triunfadores exageran el triunfo (así en la Crónica redactada o mandada redactar por Alfonso II el Magno, indica que las tropas musulmanas presentes en Covadonga era de 187.000 hombres) y el laconismo de los vencidos, disimulando la derrota (Crónica Mozárabe, redactada posiblemente en Córdoba).
Los ástures dominaron el terreno desde la cueva excavada en la roca del monte Auseva, infligieron una derrota a las tropas musulmanas, muchos encontraron la muerte entre ellos el jefe Alqama y otros fueron hechos prisioneros, como el obispo Oppa.

Cortada la retirada hacia Cangas de Onís, una parte de los musulmanes huyeron hacia el sur (Vegas de Buferrera y Enol, puertos de Ostón, cruzan el Cares, ascienden hasta Amuesa, Bulnes, puertos de Aliva y valle de Liébana, siguen el curso del río Deva hasta Cosgaya donde, dicen las crónicas, que hubo un desprendimiento de tierra/sliping/argayu, que sepultó a muchos musulmanes e hizo que otros perecieran ahogados, aunque las crónicas lo atribuyen a la intervención de la divina providencia.

Pelayo establece el centro de poder en Cangas (Cangas de Onís), próximo a Covadonga, quizás por posible vinculación familiar a la zona, muy romanizada, y con toda seguridad, cristianizada antes de la insumisión. La propia geografía favorecía la elección, bien protegida por su proximidad a los Picos de Europa le daba carácter defensivo, ante posibles ataques.


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