viernes, 14 de mayo de 2010

PARADOR DE ALMAGRO


El 24 abril de 1967 visita Almagro el ministro Fraga Iribarne. De él se obtiene un crédito hotelero de 6.500.000 pesetas. Crédito al que luego se renunciará, porque el importe del hotel que iba a construir el Ayuntamiento, excede en mucho el coste previsto inicialmente.

Entonces se piensa en cederlo al Ministerio, y tras largas y laboriosas gestiones, el 15 de marzo de 1972 se anuncia la adjudicación de obras a la empresa Arcos, S.A., y el 26 de septiembre de 1979 es inaugurado por la reina Sofía, como afirma en el claustro una placa de bronce.


Según don Jerónimo, cuenta este Parador con el ladrillo y tapial de la arquitectura castellana; forjados y artesonados de madera y bovedillas de yeso, puertas de cuarterones, árboles y plantas, bodega y lagar, salones, claustros conventuales, baldosas antiguas y ladrillos de Talavera, poyos de asiento y armarios de celosía... Ampliada su primitiva fábrica, lo antiguo y auténtico sufrió una primorosa restauración, aprovechando materiales nobles de casonas y edificios ruinosos.
Así, portadas, columnas, maderas y rejas, lograron un nuevo y hermoso destino. El Refectorio cuenta con artesonado del siglo XVI, y las antiguas celdas fueron adaptadas o copiadas. También las dependencias de este cenobio han sido remodeladas armoniosamente.
Pero nada choca con los cuartos de baño ni el confort actual. Tampoco con la señalización interior, indicada por angelitos.
Los huecos de puertas y ventanas, superados con sardinel de ladrillo, están -como todo el edificio-, cobijados por tejas árabes. La Iglesia, restaurada por los mismos arquitectos Palazuelo y Melgarejo, es de cruz latina, con nave de cañón y coro alto. Ostenta los escudos de los fundadores Ávila, la Cueva Sanabria y Dávila. De principios del XVII, aunque ya en época barroca, sigue el renacimiento, con nobleza y armonía.
De esta forma, cuando los rayos vespertinos de sol inciden sobre la casa, la dulce estampa nos traslada a otros siglos y hacia el destino que tuvo y tiene este convento de Santa Catalina.
Y es que Almagro tiene historia, monumentalidad, teatro, encaje, berenjenas y mucho más.
También un Parador de Turismo, cuya historia más reciente ha corrido pareja a la del Festival de Teatro, y que, sin ningún condicionante, ha dinamizado culturalmente a la población.

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