miércoles, 6 de enero de 2010

Viejas huellas de tinta y herradura Un hidalgo que «se perecía» por libros y caballerías

http://www.lne.es/siglo-xxi/2010/01/03/viejas-huellas-tinta-herradura-hidalgo-perecia--libros-caballerias/855180.html


Reaparecen en facsímil el «Libro de albeyteria» y el «Arte de herrar cavallos», dos joyas de la biblioteca sobre temas equinos de la Universidad de Oviedo, una colección única en el mundo



el «Arte de herrar cavallos, en diálogo», de Bartolomé Guerrero Ludeña (1694)- reposan hoy en la Biblioteca de la Universidad de Oviedo como parte de una de las colecciones bibliográficas más importantes del mundo sobre tema equino y acaban, además, de cobrar nueva vida para el apasionado de los caballos y los libros. Por partida doble: de una parte, gracias a su reciente exhibición en la muestra «Las horas de los libros» en la sala del Banco Herrero de Oviedo, de otra, con motivo de las exquisitas ediciones en facsímil de ambas obras que acaba de publicar la editorial gijonesa Trea.



De las dos, el «Libro de albeyteria» es una joya especialmente singular; un incunable del cual sólo se conservan el ejemplar de Oviedo y otros dos en la Biblioteca Nacional. Se trata del primer tratado de veterinaria impreso en España, traducción del «Llibre de menescalia» escrito en catalán por Mosén Manuel Díez, que no era albéitar -la hermosa y antigua palabra para los veterinarios, también llamados «menescales» a partir de su término italiano de raíz francesa- sino un noble valenciano culto y amante de los caballos que sirvió a Federico de Aragón y a Alfonso V el Magnánimo y fue testigo o actor en hechos históricos como el Compromiso de Caspe o las campañas napolitanas de Aragón. Sus conocimientos sobre el particular le llevaron a formar parte del tribunal que examinaba a los candidatos a albéitares en Valencia, y quedaron compendiados en una obra que empezó a circular pasado 1460 y que Martín Martínez de Ampiés tradujo al filo del cambio de siglo, atendiendo a la demanda de una información muy apreciada por reyes, nobles, prelados, caballeros y hombres de armas interesados en el uso del caballo en la guerra o la caza.



Los dos libros cuyos facsímiles acaban de editarse se integran en una de las colecciones bibliográficas más singulares de la Universidad de Oviedo: la llamada «Sección de Gineta», que recoge más de 1.000 impresos de entre los siglos XVI y XIX, 50 manuscritos y el incunable del «Libro de albeyteria» sobre temas relacionados, de un modo u otro, con el caballo, desde los temas específicamente hipológicos hasta la caza o la tauromaquia, algunos extremadamente raros y de alto valor para bibliófilos. La colección, que se custodia en el piso alto del salón llamado Toreno, llegó a la Universidad ovetense como parte del extraordinario conjunto bibliográfico adquirido en 1935 a Roque Pidal para reconstruir la biblioteca universitaria, consumida por las llamas durante la Revolución de 1934.

http://camarerosdelparadordecangasdeonis.blogspot.com/2009/10/el-bibliofilo-felipe-de-soto-posada.html

http://camarerosdelparadordecangasdeonis.blogspot.com/2008/02/palacio-de-labra-y-familia-soto.html

Pero la pasión por los libros y los caballos que indujo a atesorar esta colección única no aquejó a Roque Pidal. El nieto del primer marqués de Pidal había adquirido, a su vez, en 1915 todo este rico legado a los herederos de Sebastián de Soto Cortés (Labra, Cangas de Onís, 1833-1915), hidalgo culto, influyente asturiano y apasionado de las antigüedades, el arte y la arqueología que además heredó la biblioteca y la bibliofilia de su padre, Felipe de Soto Posada, y profesó un verdadero culto a los caballos. Así lo retrata Constantino Suárez en «Escritores y artistas asturianos», citando a Juan Antonio Cabezas: «Don Sebastián se perece por los buenos caballos, por las criadas guapas y por los libros raros». Así, Sebastián de Soto siempre encontró un hueco en su vida de viajes a Madrid y al extranjero, casinos, baños, esgrima, estrenos de teatro y búsqueda de antigüedades, para ir reuniendo las valiosas piezas que hoy reposan en la «Sección de Gineta», muchas de ellas conseguidas mediante laboriosas pesquisas propias o de familiares en librerías y anticuarios de España y el extranjero hasta reunir en su palacio de Labra «una colección bibliográfica cuya calidad y rareza la hacen única en el mundo».

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