miércoles, 24 de diciembre de 2008

Celebración por todo lo alto

Piden cárcel para un hombre que encargó una cena de 90 kilos de marisco a la que no fue nadie.

18/12/2008 F. ALLENDE La Voz de Asturias

El camarero tenía, sin duda, un paladar delicado. Había escogido un menú para 34 comensales compuesto por una andarica, un bogavante de un kilo y un centollo del mismo peso. Por supuesto, todo a base de productos del Cantábrico. Hombre de gustos caros, completó el ágape con 20 kilos de percebes de Galicia y peces de roca. Pero, al final, la cena resultó fallida, y el dueño del restaurante se encontró con una mesa servida en la que no se sentó nadie. El camarero en cuestión, será juzgado hoy en Oviedo. El abogado del dueño del restaurante reclama una condena para él de 6 años de cárcel y una indemnización de 6.082 euros.

En total fueron 90 kilos de fino marisco desperdiciados. El camarero redactó el menú "con su propio puño y letra", se lamentó ayer la víctima, Rafael Valdés Bobes, el dueño de la sidrería Casa Falo, un rústico establecimiento situado en la localidad de San Cristobal, una zona rural del concejo avilesino.

"Todavía no se por qué lo hizo", añadió sin atreverse a pronunciar la palabra "venganza" para referirse a esta broma pesada. Parco en palabras, acertó a decir que el camarero "venía los fines de semana" a trabajar en su negocio. Preguntado sobre las razones que habrían podido moverle a realizar esta acción, se mostró igual de lacónico. "El lo sabrá. Mañana lo dirá en el juicio", manifestó refiriéndose a la vista oral que se celebrará a partir de las diez en la Audiencia Provincial.


Desaparecido

"El marisco lo tuve que poner de pinchos para los clientes. Tuve que regalarlo. Fue una papeleta muy dura", explicó el dueño. "Luego desapareció". Tampoco su mujer pudo hablar con él hasta uno o dos días más tarde. "le llamó por teléfono pero no lo cogió y no supimos más de él", se lamentó amargamente el damnificado por el engaño.

Según el propietario del restaurante, el camarero ya fue condenado en primera instancia en los juzgados de Avilés, pero no ha conseguido cobrar la deuda. La acusación particular, ejercida por el letrado Juan Carlos Páyer Ramírez incluye en los 6.082 euros el valor de la cena y del lucro cesante. Por su puesto, no pudo añadir también el daño moral que le causó a su cliente la jugarreta , difícilmente evaluable.

Además, el letrado sostiene en su escrito de acusación que el imputado "encargó la cena para vengarse de la empresa para la que trabajó", aunque el dueño de la sidrería evitó pronunciar esta palabra y no acertó a vislumbrar los motivos que habrían podido inclinar a su empleado a cometer una acción semejante contra él.

Los hechos ocurrieron el uno de julio de 2004. El acusado exigió que la comida se sirviese a la plancha y que las piezas de marisco estuvieran calientes para el horario convenido. Luego desapareció y a la cena nadie se presentó para dar cuenta de la soberbia mariscada, contratada por el enigmático anfitrión.

Ahora, cuatro largos años más tarde, aún busca reparación para el engaño del que fue víctima. El sidrero de Casa Falo aún confía en que la justicia le resarza de aquel golpe, del que aún no parece haberse repuesto.

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