viernes, 5 de septiembre de 2008

Sarmiento y la Sociedad de Labradores "El Despertar"


Desde el 16 al 30 de septiembre próximos, la Asociación Cultural Abamia ha programado la celebración del centenario de la Sociedad de Labradores "El Despertar", fundada en el año 1908 por los labradores Ángel Sarmiento González, Roberto Trespando, José del Corro y José García Bustince.

Podrán encontrar toda la información referente a este tema en la pagina de la Asociación Cultural Abamia, que amablemente nos ha cedido esta Biografía

http://www.abamia.net/

"Un agrario: Ángel Sarmiento"


Ángel Sarmiento González (Intriago, 23 de septiembre de 1878 - México, 18 de enero de 1962). Luchador tenaz por los derechos de los labradores asturianos, fue ante todo un político que se mostró ajeno a la política de los partidos, de la que siempre renegó, al creerla fuente directa del caciquismo.

Hijo de labradores, no recibió más instrucción que la miserable que entonces se impartía en la Asturias rural, mas el afán de saber le llevó a leer cuanto cayó en sus manos. Aprendió con el tiempo a seleccionar sus lecturas, despertando en él la vocación de ser maestro de escuela, aunque no alcanzó los medios para cumplir su sueño.

Después de unos años en Sevilla, donde se empleó como mozo de posada, regresa a su tierra, con escasos ahorros, algunos conocimientos y el deseo de trabajar por la mejora de la clase labradora. Sus innatas condiciones propagandísticas, en favor de la solidaridad entre los labradores, y la defensa de las ideas democráticas, germinan en el año 1908 con la creación de la Sociedad de Labradores “El Despertar”, en su concejo natal. Después vendrán la cooperativa de consumos, los seguros médicos y agrícolas, las pensiones de vejez o las bibliotecas populares, a lo largo de más de un cuarto de siglo de lucha frente al caciquismo.

Elegido diputado en las Cortes constituyentes de la Segunda República (1931), Ángel Sarmiento, en entrevista publicada en el periódico madrileño La Voz, expresa las aspiraciones de los labradores asturianos:

“... llegar a poseer la tierra que cultivan, o por lo menos, una estabilidad en ella y el derecho al disfrute de las mejoras que a costa de su trabajo, de su esfuerzo y de su dinero introduzcan en las fincas. Cosa que, desgraciadamente, no ocurre en la actualidad. Y ello, reconozcamos que va en beneficio de la economía nacional, porque sin estímulo, sin un acicate, sin una posibilidad de lucro -lógico y normal-, el campesino se retrae en su actividad y la producción es menor.

Queremos la inmediata creación de una entidad de crédito agrícola, no sólo para ir adquiriendo la tierra, sino para tener medios suficientes para hacerla producir más. Es natural que los que hasta aquí han vivido de la usura, del préstamo agobiador y cruel, pongan el grito en el cielo para evitar esto. Su implantación supone la inmediata desaparición de su censurable negocio. Y la República no cumpliría su misión de sana transformación si consintiese que continuaran estos males pesando sobre la vida del campesino. Así lo hemos prometido los que luchamos por el régimen republicano, que aún no llegó al campo.

Nuestras aspiraciones van aún más lejos. Queremos que el labriego deje de ser esclavo de la tierra. Y esto hemos de conseguirlo, junto con lo ya enumerado, cultivando la inteligencia del labrador, poniéndole en posesión de conocimientos modernos de cultivo. Queremos la transformación de la vida labriega, y si hoy aceptamos y defendemos que la tierra sea del que la cultiva, es porque tenemos la esperanza de que, en no lejano tiempo, una cultura nueva en el campo, mate resabios individualistas y lleguemos a esa vida colectivista que se establecerá por necesidad social”.

Mientras Ángel Sarmiento dedicaba sus esfuerzos a la organización del movimiento agrario en Asturias y a la defensa del labrador, aquellos contra quienes había luchado durante toda su vida, los defensores de un orden establecido que condenaba al campesino a una vida de miseria, son recibidos y se ponen al frente de la cooperativa de “El Despertar”, para descrédito de sus socios, combatiendo desde dentro los muchos años de trabajo de Sarmiento y sus leales.

Ya lo había advertido en el año 1919 otro idealista, Elías J. Con y Tres, el celebrado León de Enol: “Ángel Sarmiento adolece de un defecto: es tan bondadoso que juzga leales amigos a todos los aldeanos y no todos los aldeanos atesoran nobleza de sentimientos; los desengaños le tornarán más cauto y los años le harán ser más pesimista”. Años después, en 1934, Sarmiento sufrirá la deslealtad de unos labradores de los que no quiso ser cacique.



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