sábado, 4 de junio de 2011

Arrieros ,Recuas y Posadas

Foto de http://www.siemprenorte.com/

La hosteleria y los medios de transporte siempre han estado unidos desde los origenes , hoy les ofrecemos un interesante relato que a más de uno les dara que pensar
La vida de las posadas asturianas de antaño era pintoresca, aunque algunas veces pobre e incómoda . Ventero ladino pero servicial ; mozas generosas en lo suyo ; mozos de paja y cebada llenos de marrullerías : todos pendientes siempre de la propina ; tipos que han sido muchas veces citados en una literatura de constumbrismo convencional, que no siempre respondía a las realidades.
Arrieros y viandantes del común se amontonaban en las amplias cocinas de inmenso lar " llar y char, en asturiano " donde en los escaños , mesas y banquetas toscamente labrados , los " tayuelos " , tenían lugar animadas tertulias en las que se cambiaban noticias nuevas o se recitaban , una vez más, viejas leyendas y romances .
ANIMACION AL ALBA
Se dormía generalmente en las cuadras y cocinas , entre montones de heno y sacos de paja y cebada ; unos candiles iluminaban la escena y a veces se apagaban para facilitar un episodio erótico entre el viajero galán o dadivoso y la moza servicial , como la Maritornes cervantina . Muhas comidas se hacian en común , cada uno con su cuchara de palo sacando directamente con ella la vianda de la olla donde había sido guisada .

Sólo algunas posadas de los caminos reales imprtantes tenían habitacione con camas completas arregladas ; eran para los viajeros ricos que montaban caballo propio y llevaban tambíen criado o criados ecuestres .
En el lar barboteaban los grandes calderos colgados de la garamallera o se freían las truchas o las magra en amplias sartenes de asas , sobre los tréboles . De escarpias fijadas en la pared se colgaban mantas , capotes , escopetas , espadas y trabucos . En algún rincón sobre humilde mesa , se podía jugar a las cartas y generalmente los jugadores daban grandes puñetazos sobre el tablero al sacar los triunfos .
La vida de las posadas se animaba singularmente al atardecer y al alba . A esa hora proseguia el viaje de la recua bajo el sol ardiente o entre la niebla lechosa o la lluvia insistente y monocorde . Todos se cubrian con sus capotes de capucha , arrebujándose en sus mantas o bajo los lienzos encerrados ; algunos, ya en los últimos tiempos desenfundaban gigantescos paraguas de telas chillonas , rojas o amarillas .
En determinadas épocas de guerras civiles y trastornos o en lugares donde se sabía que operaban bandoleros , las gentes iban con temor y recelo , y los valientes acariciaban los trabucos , escopetas o pistolas de arzón . Pero no eran frecuentes los asaltos a recuas numerosas , pues los bandoleros solían rehuir los posibles combates . Por eso , en esas circunstancias , los viajeros y arrieros solían esperarse unos a otros y unir sus recuas y caballerias , formando carabanas a veces de más de cien personas y animales ; ello daba seguridad al camino , pero aumentaba las incomodidaes de la posada , adonde entraba de repente tal multitud.
Durante la guerras civiles , los carlistas dominaban generalmente los campos despoblados y aldeas ; y los liberales , las ciudades y villas . A lo largo del viaje podían surgir en cualquier recodo las boinas de los voluntarios del Rey o los morriones de los soldados de la Reina . Había que sonreírles a unos y a otros , en el camino , estar a bien con todos , pues un mal entendido exponia a graves riesgos tanto en mano de partidarios de la Tradición como en las de los defensores del liberalismo . En la primera guerra ( 1833-1844 ) se contaron algunas represalias , pero generalmente ni carlistas ni liberales causaban daño o molestias a los viajeros , limitandose a identificarlos por si entre ellos iba algún personaje o correo del bando contrario .

La recua fue el único medio de viajar a Asturias durante siglos .

Las últimas grandes recuas llegaron hasta mediados del siglo XIX , La época de su mayor importancia y animación son las tres centurias que van desde Carlos I a Isabel II . En el reinado de ésta fue cuando se instauró un nuevo modo de viajar ; las modernas diligencias de linea regular . Pero eso ya es otra historia .
VIAJES PORTES Y PRECIOS
Los arrieros llevaban y traían toda clase de mercancias, pero los productos típicos eran el pescado , com exportación y el vino y el acite de oliva , como importación ; articulos que en Asturias alcanzaban altos precios hasta que , a finales del siglo XVIII, se importaron regularmente por mar desde levante y Andalucia , distribuyéndose al interior desde los puertos de Gijón , Aviles o Luarca .
Las recuas que salían desd e Oviedo por las rutas de Pajares y Peñaflor y la Mesa o las del Occidente , que iban de Luarca y Cangas por Leitariegos, solian contar de diez a veinte y hasta más machos o acémilas que llevaban y traian bultos de encargos o contataban susu caballerias a los pasajeros . A estas recuas se les solian unir otros viajeros para caminar juntos , con mayor amparo y pasar el viaje más entretenidos .

Los viajes a Madrid desde Oviedo solian tardar diez a quince dias , según la estación y las circunstancias ; los que iban de Luarca a Oviedo por la Espina empleaban de veinticuatro a treinta horas para recorrer los noventa kilometros de distancia , pues el antiguo camino real era más directo que la moderna carretera . En los viajes a Madrid solian parar un dia entero de descanso en Leon y Valladolid .

El precio del transporte resultaba caro . La "carga completa de un macho " ( unos ochenta kilos ) venia a salir de doce a catorce reales diarios , es decir que el porte de Asturias a la capital de España costaba entre ciento cincuenta y doscientos reales, por tanto , a unos dos reales Kilo , cantidad muy alga para la economia de época , por lo cual sólo se utilizaba este meio de porte em mercancias menudas o finas . Se conservan facturas o notas por cajones de libros u otros encargos a Madrid.
Si se trataba de un viajero , el porte venia a salir poco más o menos lo mismo , pero los gastos de alimentación , cama en las posadas, etcetera eran por cuenta del pasajero . Todos los arrieros disponían de lienzos encerados para que viajeros y mercancías pudieran caminar resguardados de la lluvia.
Los arrieros , al menos los que tenían recua propia , que eran la inmensa mayoria , ganaban buen dinero y solían ser rumbosos en las ventas y mesones , comiendo buenas tajadas , bebiendo los mejores vinos y disfrutando de la alegre compañía de compalcientes mozas . En cambio , casi nunca dormían en cama ; usaban por alcoba pajarers y cocinas y por colchón montones de heno o sacos de paja .
Al mediar el siglo XIX , los arrieros de Luarca y zona de occidental de Asturias solían tener su sede en Madrid , en la posada de la Madera , sita en la plaza de la Cebada , numero 12 . En Oviedo eran importantes centros de arrieria, la posada de la Colasa , en el campo de la Lana , y las de la Capitana y Agustin en la Puerta Nueva.
En Luarca , el punto de partida de las recuas eran la plazoleta de Crucero, en la orilla del rio Negro , frente a la gran posada de Cuerdas. De ahí salían las recuas , por lo menos desde mediados del siglo XVIII hasta que el establecimiento de la diligencia en 1864 vio a disminuir estos srvicios . De esta posada de Cuerdas habla muy elogiosamente Gerorge Borrow , o sea " Jorgito el Ingles " , que pernocto en ella en 1836 "" Encontramos en Luarca una Posada grande y comoda ""

JESUS EVARISTO CASARIEGO , La Nueva España 7 de Abril de 1991




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