Eduardo Llanos es un asturiano de Corao, emigrante en Chile, cuya figura resulta tan desconocida en su propia región como valorada por los chilenos. Fue alumno del Instituto que Jovellanos ideó en Gijón para «impulsar las ciencias útiles» y que acabó siendo una de sus frustraciones.
Eduardo Llanos Alvarez de las Asturias, indiano en Chile, donde hizo una inmensa fortuna con los fosfatos fue un protector de la Cultura y benefactor de Corao: cuando murió, sus herederos arrojaron de su casa montones de libros, y en el fondo de una caja [187] llena de ellos, apareció una momia que el indiano había traído consigo desde Chile. Una de las fundaciones de esta familia es la escuela «Rodrigo Álvarez de las Asturias». Los indianos de este lugar dedicaron capitales a fomentar la enseñanza.
Eduardo Llanos nace en Corao (Cangas de Onís) en 1833. Pertenece, por tanto, a la generación que Antón García llama del Realismo, porque muchos de estos autores desbordan los planteamientos regionalistas y se ocupan tanto de la vida misma en general como de la vida del pueblo asturiano. De esta generación son, entre otros, Juan María Acebal, Entiqueta González Rubín, Manuel Fernández Castro y Teodoro Cuesta, con los pintores, José Robles, León y Escosura y Álvarez Catalá. Pero, Eduardo Llanos tiene, a lo largo de su dilatada y activa vida -llega a superar los 93 años-, una señalada vinculación con la generación siguiente, favorecida por su formación jovellanista. Se trata de una formidable generación de asturianos que son los nacidos a mediados del s. XIX en el Principado, encabezados por Palacio Valdés y Clarín, aunque a éste lo nacieran en Zamora. De esa misma generación excepcional son la mayoría de los que integran el grupo regionalista de La Quintana, como Canella, Somoza, Vigón, Fortunato Selgas, Aramburu, Acevedo y Huelves, Ciriaco Miguel Vigil, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario