Cada vez menos profesionales salen a la captura de la angula, una pieza que esta temporada escasea en la comarca. El precio en la rula ya ha alcanzado los 815 euros
Mide poco más de cinco centímetros y una unidad ni tan siquiera pesa un gramo. De gorda no tiene nada, porque sólo abarca unos pocos milímetros. Pero es el alevín más caro de todos. Se acercan las fiestas de Navidad y el kilo ya supera los 800 euros en la rula riosellana (815 euros ha sido el máximo en lo que va de temporada), lo que llevado a la cesta de la compra puede rondar ya los 1.000 euros el kilo, aunque las pescaderías sólo la venden por encargo. Un precio sólo apto para unos pocos pese a que este año el valor en rula aún se distancia bastante del precio histórico que ha llegado a alcanzar este producto en la lonja de Ribadesella: 880 euros.
Y es que hasta que llega al plato, la angula pasa por un largo y laborioso proceso que comienza cada uno de noviembre con el inicio de la temporada, y que concluye el 31 de marzo, cuando los pescadores dejan de buscar el preciado alevín hasta el próximo año. Pero la temporada que acaba de empezar no está siendo todo lo buena que se esperaba y los expertos ya alertan de la escasez de capturas.
Y no es sólo la cantidad de angula capturada lo que ha descendido, también ha disminuido el número de pescadores que salen al oscurecer a buscarla. «Hace diez años podías ver por la ría de Ribadesella a 300 pescadores, ahora igual encontramos a 10», dicen en la rula. En toda la comarca el número de pescadores asciende a 50 ó 60 y, aunque su labor es «manual y muy laboriosa», existen muchas formas de atrapar a los escurridizos alevines.
Por unidades
En la playa se pescan casi por unidades, filtrando el agua de cada ola con un cedazo que el pescador sostiene con ambas manos. También se utiliza la técnica de arrastrar los cedazos desde la orilla o desde algún muro para capturar así los alevines en la ría. De una u otra forma, es imprescindible el tiempo a la hora de salir en busca de los alevines.
Para empezar ha de haber oscurecido. Las condiciones mejoran si se da la captura en cuarto menguante o cuarto creciente. Y, ya, si el río baja turbio y está revuelto es fácil que la captura sea abundante. Aunque el viento también juega un papel importante dentro de este proceso. Ha de soplar del Norte y tal vez sea ése uno de los factores por los que este año no está habiendo demasiada cantidad de angulas. «Ha soplado viento Nordeste y de Sur», dicen en la rula, y «las angulas quieren el de más invierno», explican.
Por la mañana los pescadores más afortunados, «los que consiguen algo decente, y este año no está habiendo mucho», acuden a la lonja. El precio, el primer día, parte de la rula a unos 1.000 euros. Ahí comienza una subasta a la baja. El precio conseguido el primer día de este año fueron los 680 euros, aunque ha ido subiendo progresivamente y aún variará hasta que concluya la temporada. «Los precios aún son ficticios porque ha entrado poca angula y en Francia aún no ha empezado la época», explican. Aún así, la cifra ya ha ascendido a 815 euros el kilo y el pasado viernes se mantenía en 800 euros.
San Antolín, Colunga, Bustio y Ribadesella son las zonas por excelencia de donde se está extrayendo el alevín. Pescadores de todos los puntos de Asturias se acercan estos días a las rulas, sobre todo a la de Ribadesella, a pesar su producto y venderlo al mejor postor.
Años 40
Postores como el de distribuciones Delfa, o Angulas y pescados Gutiérrez, ambos de la villa. El primero es un negocio familiar que comenzó en los años 40 y lo hizo distribuyendo al País Vasco «a 100 y 200 pesetas el kilo de angula». Ahora, sus clientes están por todo el mundo, los más lejanos, los de China; los más cercanos, los restaurantes españoles.
Cada vez más son las empresas las que acceden a este producto. «Hay muy pocos particulares que puedan comprar angulas para su consumo», explican.
en cualquier caso, ése sería el último punto del proceso que siguen las angulas.
Pero, ¿por qué son tan caras? «Porque hay gente a la que no le importa pagar eso. Gente caprichosa, con un cierto nivel social que aumenta con la adquisición de este producto», aseguran. Y es que, hace décadas, las angulas eran el alimento de los cerdos. Los tiempos cambian y ahora los paladares más exquisitos, o los bolsillos más abundantes, son los únicos que acceden a este producto.
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