domingo, 4 de noviembre de 2007

Cañas y jarro

Esta noticia la recogemos de larioja.com , personalmente creo que es un poco exagerado , pero si que tiene parte de razón , aunque ya se sabe esto va a seguir , hasta limites insospechados , La culpa ?? todos los sabemos, quien estudia para camarero?? se forman los camareros?? se facilita que se formen???. Hay cursos, me consta, pero debería de haber muchos mas, de los contrario habrá que quedarse a comer en casa, al menos si quieres tener un mínimo de servicio. Todavía hace poco fuimos a un conocido restaurante de Madrid , con aparca coches si , pero el servicio pésimo, me tuve que morder la lengua para no llamar al encargado , y ya es triste siendo del gremio que uno tenga que llegar a hacer esto , pero los 50 € por barba no te los quita nadie, como muestra del desaguisado comentar un pequeño detalle, cuando trajeron los postres no nos habían puesto los cubiertos , así que se los solicitamos, los trajo si , pero en un puñado en la mano, "hablo de 8 personas" , depositandolos en el centro de la mesa para que cada cual cogiera el suyo , y mucho mas que daría para escribir toda una noticia.

Del repaso de la sección de anuncios por palabras de este periódico fácilmente se deduce una carencia logroñesa que tal vez usted también ha advertido cuando se acoda en la barra de guardia: faltan camareros. Dueños de bares y restaurantes lanzan desde hace meses su SOS desde estas páginas en demanda de una mano de obra que escasea en la misma proporción en que crece nuestra sed de alcohol y sucedáneos. La alternativa ideada por la hostelería local como solución de urgencia se venía ensayando desde hace años en el subsector copas de madrugada, con resultados catastróficos: consiste en que cualquiera (repito: cualquiera) te pone una caña o un vino, con la misma pericia que acreditamos usted o yo en las cenas de Navidad; esto es, casi ninguna.

Semejante política de empleo ha desembocado en el espectáculo al que asistimos cada tarde. Este muchacho sudamericano que suda tinta al frente de una barra del viejo Logroño se confiesa agobiado de veras ante la afluencia insospechada de público: media docena de clientes, resignados a esperar un cuarto de hora para tomarse un vino. Le aceptamos las excusas y proseguimos la ruta. Alcanzamos otro bar de la misma calle. ¿Sorpresa! La flotilla de camareros es una extensión del programa Erasmus. Una cuadrilla de jóvenes valquirias nos atiende con semejante grado de impericia. Una de ellas se ofrece entusiasta para servirte una caña, que resulta ser esta extraña pócima vertida sin gracia alguna (ni espuma). Hemos visto muestras de orina con un aspecto más apetitoso. Llega la hora de pagar. Una sencilla multiplicación, hija de la venerable tabla del tres, representa para esta jovencita de acento nibelungo un problema casi irresoluble. O tal vez se sofoca porque también a ella le parece excesiva la minuta.

En el siguiente garito procuran un trato similar. También aquí la mano de obra es inmigrante y manifiestamente mejorable. Son unas muchachas sudamericanas que ponen voluntad, pero como en los casos precedentes también un puñadito de clientes se les antoja una multitud. «No se enteran», advierte un camarero indígena, veterano de mil barras. Sólo te atienden si pides tu bebida por tercera vez, como si midieran tus ansias. Todavía tarda más la tapa, que llega cuando han conseguido que esté convenientemente helada, como la sonrisa que te dirigen.

¿Tan difícil es dar con un camarero con clase? No lo parece: en el Eldorado de la calle Portales se comprueba que te puedes beber una cerveza como si estuvieras en Madrid, o en Soria, sin ir tan lejos, donde también la tiran con mucho estilo. O en el Logroño de hace unos años, cuando sobrevivían camareros míticos, cuya leyenda se agiganta comparada con el nivel exhibido por sus herederos. Pienso en Santos, príncipe de La Granja, o en el avispado Julián, mariscal del Blanco y Negro. Qué hubieran dicho si alguno de sus camareros hubiera interrogado en alemán-español a su clientela: «¿Quiere la caña en una jarro?».

No hay comentarios: